Cuando apenas era un niño y Mafalda aun no existía, Joaquín Salvador Lavado Tejón fue uno de los primeros alumnos de la preparatoria en la escuela Guillermo Cano de San José, Guaymallén, allá por 1940, cuando el edificio fue inaugurado. Allí compartió aulas, patio y juegos con chicos de su edad: Luis Jiménez, Francisco Sendra y otro Luis, de apellido Savelli.
La directora Rosana Vega habla con UNO desde la escuela Cano junto a una Mafalda.
En 1990 Quino fue la atracción de los 50 años de la escuela Cano de San José.
Cuando era Joaquín S. Lavado
En el registro de Calificaciones figuraba en el segundo lugar como Joaquín S. Lavado y su boletín era el número 122.159.
Eran épocas de estudiar asignaturas como Observación de la Naturaleza y Actividades Prácticas y de Expresión más allá de Matemática y Literatura.
El futuro maestro
"Quino era un chico del barrio, vivía a pocas cuadras de acá”, dice Rosana Vega, la actual directora suplente de la Cano, cargo que tomó en 2019.
“Por su obra y con el paso de los años, Quino se transformó en el alumno referente de nuestra escuela e hizo que fuera conocida más allá de los límites de Mendoza”, cuenta el día después del fallecimiento del artista en su casa de Chacras de Coria, quien murió a los 88 años.
Los recuerdos atraviesan la conversación con Diario UNO. La escuela Cano está vacía por la pandemia. La directora a cargo y un grupo de colaboradoras trabajan en aspectos sociales y también educativos.
“Quino vino a visitarnos en 1990 por los 50 años de la escuela, que adoptó la imagen de la Mafalda como logo”, dice con el orgullo de quien estuvo ahí, aunque no estuvo porque era muy joven aun.
El edificio, que tiene entrada principal por el carril Godoy Cruz, guarda diversos tesoros del mundo Quino: ilustraciones de Mafalda y sus amigos en las paredes, fotos históricas de distintos actos y reuniones y actas donde aquel pequeño hijo de andaluces figura como alumno de la primaria.
La nueva sopa de Mafalda
Los 80 años de la escuela Cano se cumplieron en marzo pero se recuerdan durante todo este año. Y con más razón tras la partida de Quino.
La directora suplente cuenta de qué modo.
-Al regreso de las vacaciones de invierno iniciamos una campaña de concientización sobre los valores sociales con la figura de Mafalda como referente y atractivo. Desde este año, en la escuela Guillermo Cano la entrañable Mafalda invita a tomar la sopa.
-¡Eso va contra la idiosincrasia de Mafalda! –observa Diario UNO.
-Pero esta es una sopa muy especial. Es una SOPA hecha con Solidaridad, Optimismo, Perseverancia y Amor.
-Algo así como la nueva sopa de Mafalda…
-Una sopa de la que todos deberíamos tomar en estos tiempos de pandemia y de ayudar a los demás.
Dos pendientes
La muerte de Quino, ocurrida este miércoles, truncó el anhelo de que el artista volviera a la escuela de su infancia para celebrar los 80 años del edificio.
También deja en suspenso la iniciativa de que Mafalda sea ilustrada en la terraza, como un símbolo, como una presencia eterna.
Otras presencias
Un joven Quino emigró a Buenos Aires con sus sueños y sus primeras obras debajo del brazo. Años después, después fue el turno de Europa. Mafalda ya era realidad. Su marca registrada.
Sin embargo, el artista siempre volvió a Mendoza para visitar a sus parientes.
También le dedicó algunos momentos a la escuela Cano. Como en 1988 cuando dejó una afectuosa esquela firmada ya no como aquel pequeño Joaquín Salvador Lavado Tejón. Ya era Quino.
Volvió en 1990 cuando la escuela Cano festejó los 50 años y fue la atracción. Quino se acercaba a cumplir 60 años y ya era el alumno más famoso y uno de los artistas más famosos nacidos en Guaymallén.
Todos querían fotos con Quino. Las maestras, los directivos, los chicos. Aquel día, la escuela Cano fue una fiesta de la que aun persisten recuerdos fotográficos.
En el 2005
El 29 de julio de 2005 fue un viernes a todo Quino en Guaymallén. Lo distinguieron Ciudadano Ilustre del departamento y a la salida se lo vio muy entusiasmado: "Vamos a la escuela", dijo. Y la escuela Cano lo recibió con los brazos abiertos.
Lo aplaudieron. Lo miraron. Lo tocaron. Le sacaron fotos. Nuevas generaciones de docentes, de celadores, de alumnos, de padres... pero el cariño de siempre.
La frutilla del postre fue el reencuentro con aquellos compañeritos de aulas, de patio y de juegos: Sendra, Jiménez y Savelli.
Diario UNO fue testigo de aquella breve pero emotiva reunión y dio cuenta del suceso con esta página.