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La frase de la filosofía para dejar de dudar sobre una decisión: ¿qué significa "Dilige et quod vis fac"?

La filosofía detrás de la frase latina “Dilige et quod vis fac” sostiene que cuando nuestras acciones están guiadas por el amor, nuestras decisiones serán siempre correctas.

La frase latina “Dilige et quod vis fac” es una máxima profundamente arraigada en la filosofía y la ética cristiana, atribuida a San Agustín, uno de los pensadores más influyentes de la Antigüedad. Esta frase ofrece una guía esencial para tomar decisiones, indicando que el amor debe ser el fundamento de toda acción en la vida.

En términos literales, la frase se traduce como “Ama y haz lo que quieras”. A primera vista, puede parecer un permiso para actuar sin límites ni restricciones, pero su significado real es mucho más profundo y exige una reflexión cuidadosa. San Agustín proponía que cuando una persona ama sinceramente —ya sea a Dios, al prójimo o a sí misma— sus decisiones y acciones estarán naturalmente orientadas hacia el bien y la justicia.

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La frase de la filosofía para dejar de dudar sobre una decisión: ¿qué significa "Dilige et quod vis fac"?

Según esta filosofía, el amor no es simplemente un sentimiento pasivo, sino una fuerza activa que guía el comportamiento humano. Si actuamos desde un amor genuino y desinteresado, nuestras elecciones tenderán a ser correctas, responsables y respetuosas. Por el contrario, cuando las decisiones se basan en intereses egoístas o emociones pasajeras, es más probable que causen daño o conflicto.

San Agustín enfatiza que el amor debe estar en el centro de nuestras vidas para que nuestras acciones tengan un verdadero valor moral. De esta manera, la frase “Dilige et quod vis fac” es un llamado a vivir con integridad, coherencia y responsabilidad, haciendo que el amor sea la base y el motor de todo lo que hacemos.

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Filosofía: aplicación práctica en la vida diaria

En la vida cotidiana, esta máxima invita a la reflexión antes de actuar. Preguntarnos si nuestras decisiones nacen de un amor sincero puede ayudarnos a evitar errores y a actuar con mayor conciencia ética. Por ejemplo, al tomar decisiones en el trabajo, en la familia o en la comunidad, la clave es asegurarnos de que nuestro actuar respete a los demás y promueva el bienestar común.

Esta enseñanza también puede aplicarse a situaciones difíciles o de conflicto, recordándonos que cuando el amor guía nuestras acciones, incluso los desafíos pueden ser abordados con paciencia y sabiduría. Así, “Dilige et quod vis fac” se convierte en una brújula para la vida, un principio que transforma la manera en que tomamos decisiones y nos relacionamos con el mundo.

Lejos de ser una simple licencia para hacer lo que se quiera, la frase “Dilige et quod vis fac” es una invitación a que el amor sea el fundamento ético de nuestras vidas. Nos recuerda que la verdadera libertad y rectitud surgen cuando nuestras acciones están motivadas por el amor auténtico, y que en ese amor reside la clave para tomar siempre las decisiones correctas.

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