Antiguamente, una característica que marcaba las Fotografías antiguas era la falta de sonrisas. Había retratos serios, rostros solemnes y miradas intensas dominan las imágenes del siglo XIX y principios del XX. Pocos lo saben, pero hay varias razones históricas, técnicas y culturales detrás de esta curiosa costumbre de aquellas personas.
Por qué las personas eran inexpresivas en las fotografías antiguas
En los primeros años de la fotografía, las cámaras requerían largos tiempos de exposición para capturar una imagen. Esto significaba que las personas debían permanecer inmóviles durante varios minutos, lo que sonreír durante tanto tiempo era incómodo e insostenible, y un pequeño movimiento podía arruinar toda la toma. Por ello, mantener una expresión neutral era mucho más práctico.
Antes de la llegada de la fotografía, los retratos eran encargados a pintores. Estas obras solían representar a las personas con semblantes serios y dignos, como símbolo de estatus, sobriedad y respeto. Esta estética fue heredada por la fotografía, ya que se consideraba un arte "serio", reservado para ocasiones importantes de la época.
En el pasado sonreír ampliamente no era visto como una muestra de simpatía, sino como un gesto frívolo o incluso vulgar. Hasta mostrar los dientes era de mal gusto. No fue sino hasta el siglo XX, con el auge del cine y la publicidad, que la sonrisa se popularizó como símbolo de alegría y accesibilidad. Las cámaras fueron evolucionando en conjunto, siendo más rápidas y accesibles, lo que también ayudaron a capturar expresiones más naturales.
Otro aspecto que es poco conocido es que muchas fotografías antiguas eran "retratos postmortem". Es decir, se tomaban imágenes de personas fallecidas, especialmente niños, como un último recuerdo para las familias.