Una pasión en aguas heladas que nació por necesidad
Hace 17 años, Silva comenzó a nadar por una cuestión de salud: una doble rotura del tendón de Aquiles lo obligó a dejar los deportes de impacto. El agua fue su refugio, y con el tiempo, su motor.
“Me metí al agua pensando en rehabilitarme, pero un día participé de una nadada en el dique Potrerillos y me enamoré. Desde entonces, entreno muchas horas por semana”, contó.
Darío Silva, en el centro y en la coma
Darío, en el centro y también en la cima. "Nunca he abandonado pero he vidido momentos muy duros", confiesa.
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Desde entonces, el camino fue tan helado como desafiante. En 2017 se atrevió a cruzar el Canal de Beagle. En 2018 fue el primer argentino en competir en un mundial de natación de invierno en Estonia. Luego vinieron Eslovenia, Finlandia y su presencia constante en las principales competencias del mundo.
Darío Silva nadador mendocino
"Todo lo que uno se propone lo puede lograr, pero siempre con sacrificio", dijo Darío a UNO.
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“Nunca abandoné una competencia. Hubo momentos muy duros, donde la cabeza juega un papel clave. Siempre pienso en positivo y sigo adelante”, afirmó.
Un mendocino en la elite del nado gélido
La Copa del Mundo que se realizará del 4 al 10 de agosto de 2025 en El Calafate es un evento único. A orillas del Lago Argentino, en una pileta flotante, se nadan pruebas de entre 25 y 1000 metros, con temperaturas cercanas a los 0°C. No está permitido el uso de traje de neopreno por reglamento, y se prohíbe el estilo espalda por seguridad: la cabeza nunca debe quedar sumergida tanto tiempo en esas condiciones.
Darío Silva y la última brazada en un mar gélido
Darío Silva y la última brazada en un mar gélido.
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“Todas estas copas y mundiales es sin traje, solo gorra, protección en los oídos y malla”, advierte.
"Son pruebas muy extremas, pero a la vez fascinantes. Me encantan los desafíos. Entreno mucho, tanto en el agua como en el gimnasio. Hay días en los que cuesta, más si tengo doble turno de entrenamiento y mi trabajo físico me deja cansado. Pero hay que entrenar igual", relató.
Darío trabaja en construcción en seco, junto con su familia. Es ese oficio el que le permite financiar sus viajes y representar no solo a Mendoza, sino a toda la Argentina. “Es un orgullo enorme, ya sea compitiendo acá o en el exterior. Te da un impulso extra”, dijo.
La vida del nadador mendocino, entre hielo y esfuerzo
El camino, sin embargo, no ha sido fácil. Lesiones, entrenamientos extenuantes y una desventaja natural: “Acá lo más frío que tenemos es el Potrerillos. Los europeos nadan en hielo real. Pero el objetivo no es el podio, sino llegar a la meta”, explicó.
Una de las situaciones más duras que le tocó atravesar fue una lesión que aún arrastra: “Tuve un desgarro en el dorsal que todavía no está sanado al 100%, pero es parte del entrenamiento. Hay que seguir”.
El calendario de competencias no se detiene. Tras esta Copa del Mundo en Argentina, Darío ya piensa en el Mundial de invierno en Oulu, Finlandia, en marzo de 2026, donde será su cuarta participación mundialista. Una meta que lo mantiene motivado.
“La verdad es que todo se puede lograr, con trabajo y sacrificio. Depende de uno”, reflexionó.
El amor por lo que hace y la pasión por nadar
Además de los desafíos físicos, Darío valora lo que vive en cada competencia: el entorno, las culturas, los paisajes y las personas que conoce. “Aparte de nadar, que es lo que me fascina, conocer lugares increíbles, gente increíble, culturas, comidas… en fin, es el combo ideal”, dijo con entusiasmo.
Mientras se prepara para una nueva experiencia entre montañas y hielo, Darío lleva con orgullo la bandera argentina en cada brazada. “Nada está tan lejos si uno está dispuesto a enfrentarlo, incluso si hay que sumergirse en aguas bajo cero para alcanzar la meta”, asegura, convencido.