Una casa helada, una familia con escasos ingresos
Claudia trabaja en casas de familia. Cobra muy poco y a veces la llaman sólo tres o cuatro veces. En esos días no hay ingresos. A eso se suma la asignación universal. “Con eso más o menos voy llevando”, cuenta, aunque admite que en los últimos meses la situación se volvió insostenible.
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La modesta habitación donde el frío se cuela por todas partes.
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Tiene problemas de salud. Es celíaca, pero hace meses que no puede seguir su dieta. “Mi comida es muy cara, así que no la estoy comiendo. Prefiero que no les falte a los chicos”, dice.
El aire helado que golpea la casa con fuerza
El frío golpea fuerte en una casa que se llueve, que no tiene membrana, y donde las camas están deterioradas por la humedad. “Algunas están sobre palets porque se han mojado tanto que se les rompieron las patas. Pero ahora eso no me importa. Lo que más necesito es pasar este invierno con algo de calor, aunque sea”, dice. “Si hemos pasado tantos inviernos así, uno más lo vamos a aguantar… pero es muy duro”.
El techo tiene partes rotas. Literalmente, se ve el cielo. Se moja todo cuando llueve. Los gatos del vecino han roto lo poco de membrana que quedaba. La humedad arruinó muebles, ropa, colchones. “No puedo pagar albañiles ni materiales, con lo poco que gano no me alcanza. Estoy sola. Hace muchos años que vengo remando con mis hijos, como puedo”, señala.
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Los techos deteriorados en la precaria vivienda de Claudia.
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La estufa que tiene —una de tubo con una pequeña llama— es lo único que les permite dormir. No puede usar más de una porque no las tiene y porque teme sobrecargar la instalación eléctrica. De todos modos, prende la estufa por ratos, para no gastar el gas tan rápido.
“Cuando hace frío como este, lo único que puedo hacer es meterme en la cama con ellos temprano y esperar que pase la noche. No hay otra”, dice. “No es solo incómodo. Da miedo. Porque si se nos apaga la estufa o si se me enferma uno, no tengo forma de salir adelante”.
Sin contención ni ayuda en este invierno helado
Claudia no tiene red de contención. “El papá de los chicos no está. No tengo familia que me pueda ayudar. Mi hijo más grande no puede salir a trabajar porque no tengo quién me cuide al más chiquito. Lo retiro yo del jardín y me lo llevo cuando trabajo. Así es mi vida”.
Durante las últimas semanas, logró colocar algunas ventanas nuevas en la parte del fondo. Fue un esfuerzo enorme, porque sabía que venía el invierno. Pero sigue faltando mucho. “Necesito frazadas, ropa de abrigo, calzado para los chicos. Pero lo más urgente es calefacción y arreglar el techo. Porque si se llueve, es como estar en la calle”, explica.
Y eso es lo que más le duele. “Yo construí esta casa sola, a lo largo de muchos años. Me costó muchísimo. Y se me está cayendo a pedazos. No quiero perder lo poco que tengo”, dice.
Cómo ayudar a Claudia y a sus hijos
La historia de Claudia no es la única. Mucha gente está necesitando ayuda. Su situación es crítica. Quienes puedan colaborar con ella, necesita:
- Calefacción (estufas o garrafas)
- Frazadas
- Ropa de abrigo (para ella y los niños)
- Zapatillas y calzado de invierno
- Materiales para reparar el techo: membrana, nylon, chapas
Contacto: 261 671-6194