El pistacho es uno de esos frutos secos que casi todas las personas han probado alguna vez. Pero aunque su sabor es muy conocido, muy pocos saben cómo se llama el árbol del que proviene. ¿Te lo preguntaste alguna vez?
El pistacho es uno de esos frutos secos que casi todas las personas han probado alguna vez. Pero aunque su sabor es muy conocido, muy pocos saben cómo se llama el árbol del que proviene. ¿Te lo preguntaste alguna vez?
Este pequeño fruto verde tiene una historia milenaria. Originario de las regiones más secas y cálidas de Asia Central y Medio Oriente, el pistacho ya se cultivaba en Irán hace más de 3.000 años. Hoy, su cultivo se ha extendido a países como Turquía, Estados Unidos, España y Grecia. Pero el árbol que lo produce tiene un nombre muy particular y también algunas curiosidades que sorprenden.
El pistacho nace del pistachero, cuyo nombre científico es Pistacia vera. Este árbol pertenece a la familia de las anacardiáceas, la misma del anacardo y del mango. A diferencia de otros frutales más conocidos, el pistachero es dioico, lo que significa que hay árboles machos y árboles hembras. Solo los árboles hembra producen pistachos, pero necesitan estar cerca de un macho para ser polinizadas por el viento.
El pistachero es un árbol rústico y muy longevo. Puede llegar a vivir más de 100 años, y si se cuida bien, comienza a dar frutos de calidad a partir de los 7 u 8 años. No es un árbol alto: generalmente alcanza entre 5 y 10 metros. Tiene un tronco grueso, ramas algo retorcidas, y una copa irregular que le da un aspecto silvestre.
Estas son algunas de sus características más interesantes:
El pistachero se ha ganado un lugar en la agricultura moderna gracias a su resistencia, bajo mantenimiento y alto valor económico. Cada vez más productores lo eligen porque soporta el calor extremo, consume poca agua y produce un fruto altamente valorado en la gastronomía y la industria alimentaria.
A pesar de su importancia histórica y comercial, sigue siendo uno de esos árboles que pocos sabrían nombrar si lo vieran. Y sin embargo, detrás de cada pistacho hay años de crecimiento lento, clima extremo y un árbol que supo adaptarse a lo más difícil.