“El movimiento fue bastante normal. Muchos vinieron a buscar carne pensando en el asado del sábado o el domingo. Ya no se siente esa pausa que antes había”, explicó Mariano, de Granja Benedetti situado en Chacras.
La baja en la demanda y la crisis económica
La merma en la práctica del ayuno o la abstinencia, dicen desde el sector, no obedece tanto a una cuestión de rebeldía o pérdida de fe, sino más bien al contexto económico. “Hace unos años la gente buscaba pescado por tradición, ahora busca lo que esté más barato. Y si hay ofertas en carne, se llevan carne sin problema”, detallaron desde otra carnicería situada en Godoy Cruz.
Fabiana, encargada de la carnicería “Parrillada 13”, admitió que entre las nuevas generaciones las costumbres se van perdiendo y que muchos ni siquiera se fijan en las fechas. “Eso sí, las ventas fueron cayendo por la crisis. El poder adquisitivo no es el mismo”, dijo.
Claro que el asado del domingo de Pascuas es un rito que no se pierde. Incluso, casi tanto como el Día de la Madre.
Carnicerias - Coronavirus Mendoza (13).jpg
Las nuevas generaciones no se fijan demasiado en las creencias religiosas de Semana Santa, coincidieron algunos carniceros.
Archivo Diario UNO
Desde Frigorífico Don Santo Trovato, situado en Juan B. Justo, su dueño, Vicente Trovato, sostuvo que en el abanico de la clientela “hay de todo”: los antiguos clientes que respetan la tradición de abstenerse de la carne el viernes anterior al domingo de Pascua y también los otros, no creyentes.
Los precios del asado varían, aunque el promedio es de entre 10 y 13 mil pesos el kilogramo.
“En los últimos meses la demanda cayó y tiene que ver con la economía. Hoy, hasta la gente que está económicamente holgada divide los gastos cada vez que hay una juntada con asado de por medio”, puntualizó.
Las nuevas generaciones, más alejadas de los mandatos
La fe, como muchas otras expresiones culturales, también se ve atravesada por los tiempos que corren. Las nuevas generaciones —más alejadas de los mandatos religiosos— tienden a flexibilizar los ritos que antaño se seguían al pie de la letra. No por falta de respeto, sino porque la religiosidad ya no ocupa el mismo lugar en la vida cotidiana.
“Mis abuelos ayunaban y hacían vigilia. Yo sinceramente me olvido. Si cocino carne, cocino carne”, sostuvo Lili, de 50 años. Para ella, ser católico no tiene que ver con esa abstinencia. Su testimonio se repite en la voz de muchos. La tradición ya no pasa exclusivamente por el plato.
Lo cierto es que la Semana Santa, más allá de la mesa, sigue siendo un tiempo de encuentro, de reflexión y de pausas. Aunque en algunos aspectos, como el de evitar la carne, esa pausa ya no sea tan estricta como antes.