El cronovisor, para aquellos que no saben, es una especie de máquina del tiempo que supuestamente fue inventada por un sacerdote en 1950. Según la historia, este objeto no era en sí capaz de viajar en el tiempo y de trasladar personas, sino que podía capturas y proyectas imágenes del pasado.
Según la leyenda que trascendió del Vaticano a todo el mundo, el cronovisor habría captado imágenes históricas de la crucifixión de Jesús, la fundación de Roma, el fin de las ciudades de Sodoma y Gomorra y de otros momentos muy importantes de la historia. Sin embargo, algunas de ellas le quitaron veracidad a este objeto supuestamente inventado por el sacerdote Marcello Ernetti.
Una de las imágenes que se le atribuía al cronovisor mostraba el rostro de Jesús durante la crucifixión. Esta incluso fue divulgada por un periódico italiano. Sin embargo, resultó ser una imagen invertida de un Cristo que era obra del artista Lorenzo Coullat Vlera.
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La supuesta imagen que tomó el cronovisor de Jesús y la escultura
Cómo funcionaba el cronovisor
A diferencia de lo que se ha visto en muchas películas de ciencia ficción, la teoría del cronovisor era que los seres vivos emiten ondas electromagnéticas únicas e intransferibles que permanecen en el espacio-tiempo incluso después de su muerte y este objeto podía capturarlas y proyectar imágenes del pasado.
Qué dice el Vaticano sobre el cronovisor y por qué algunos creen que existe
El Vaticano nunca reconoció la existencia del cronovisor, ni de ningún objeto similar. Incluso, Ernetti murió hace 30 años sin aportar pruebas de que este misterioso objeto realmente existiera.
Sin embargo, ya en el siglo 21, el sacerdote jesuita François Brune escribió un libro en el que reivindicaba a Ernetti y manifestaba que el cronovisor realmente existía.
Este libro, llamado "Cronovisor, el nuevo misterio del Vaticano" está supuestamente escrito a partir de los secretos que Ernetti le habría contado a Brune, con quienes eran amigos. Si bien, el jesuita aseguraba que nunca vio el objeto, aseguraba que este existía y quiénes habían ayudado a Ernett a inventarlo: uno era Enrico Fermi, Nobel de Física y otro era el alemán Wernher von Braun, que había trabajado para el Tercer Reich.
En el mismo libro, Brune asegura que el Papa Pio XII fue quien instó a Ernetti a realizar las investigaciones y que esto continuó durante el papado de Juan XXIII, pero que Pablo VI ordenó incautar la máquina a inicios de la década del 70 y que, desde ese momento, el cronovisor, se encontraría incautado en la bóveda del Vaticano.