Crimen en el río Luján

La morbosa trama detrás del caso del escribano que descuartizó a su jardinero

Por UNO

Los forenses le dijeron a la fiscal que el crimen fue una obra "morbosa" producto de "una mente perturbada". El acusado es un escribano de 56 años, Ricardo Ignacio Baladía, quien fue detenido justo cuando intentaba deshacerse del cadáver en el río Luján, a 50 metros de la basílica. El cuerpo era de su jardinero, Miguel Alejandro Pereyra de 42 años, quien trabajó para él durante dos años y con quien mantenía una relación rara, que despertó muchas dudas y alertas en sus familiares. Miguel nunca los escuchó y acabó muerto, descuartizado.

Miguel era un hombre corpulento, grandote. De ahí que la familia sospecha que Baladía no pudo cometer el crimen solo.

La autopsia realizada sobre las partes mutiladas del cuerpo halladas concluyó que la muerte de la víctima fue producto de una herida de arma blanca de un solo filo a la altura del tórax que afectó corazón y vasos vitales.

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Después de matarlo, se desmembró el cuerpo con un hacha o una sierra, que fueron hallados en poder del acusado. Los forenses quedaron impactados por la cantidad de lesiones post mortem detectadas. Tanto, que la víctima no pudo ser reconocida a simple vista.

Según informa Clarín, unos días antes del homicidio, Baladía fue por una motosierra a la ferretería del barrio pero no la consiguió. Al día siguiente, compró dos palas y una hidrolavadora. Cuando la víctima le preguntó sobre las nuevas herramientas, el escribano le dijo: "Son para vos".

Y efectivamente lo eran. Pero para asesinalo y borrar las huellas de Miguel y de sangre que pudieran quedar en el negocio.

"¡Qué grandote que sos, debés tener fuerza!"

Baladía solía hacerle halagos al jardinero e incluso durante un tiempo, su esposa Verónica que hacía tareas de limpieza, también recibió insinuaciones sexuales de parte del escribano.

Según cuentan, Baladía era muy generoso y cuando Miguel cumplió 41 años, le regaló $2.000 para hacer un asado.

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Tuvieron problemas y fue denunciado por robo pero luego el escribano le pidió disculpas y él volvió a hacer alguna changa de vez en cuando, a pesar de las advertencias de su familia.

La noche del crimen, "el escribano lo pasó a buscar por mi casa. Miguel había estado peleando con mi cuñada, porque él había aceptado volver trabajar con él", recuerda Anabella, madre del jardinero.

"No quiero verte con ese tipo. No quiero que estés cerca", le advirtió Verónica, su esposa, pero el jardinero le contestó que no pasaba nada.

"Ahí se va el tío Miguel en un auto re lindo". Su sobrina de 12 años fue la última que lo vio irse en un BMW.

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Miguel no volvió esa noche pero su esposa pensó que, enojado, se había quedado a dormir en Castelar, de donde él era oriundo.

Sin embargo, a esa altura ya estaba muerto y repartido en pedazos entre una valija y un balde.

Las mentiras del escribano

En un principio, el escribano dio varias versiones extrajudiciales contradictorias respecto a quién era la víctima, ya que primero dijo que era una mujer y luego le confesó extraoficialmente a la Policía que era un hombre, cuyo DNI estaba en una billetera hallada en su auto al momento del arresto.

Según esta última declaración, que carece de validez legal por no haberse realizado ante la Justicia, mató a ese hombre a balazos y luego lo descuartizó por una discusión por dinero, ya que lo había denunciado a él y a su mujer por haberle robado de la escribanía cerca de 50.000 dólares.

El documento de la presunta víctima pertenece a Miguel Alejandro Pereyra (42), un jardinero cuyo vínculo con el escribano se investiga.

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En el inicio de la pesquisa, la fiscal Suárez ordenó allanar la escribanía de Baladía, ubicada en la calle Almirante Brown 1085, de Morón, que se cree que fue la escena primaria del crimen, ya que se encontraron manchas de sangre y se secuestraron vainas servidas, un cuchillo y una hidrolavadora.

También se allanaron la casa del imputado, ubicada a tres cuadras de la escribanía, en Santa Fe 1089, y se envió una comisión policial a Castelar y Villa Tesei, los domicilios de la presunta víctima.

Además, dijeron que se intenta verificar si Baladía estuvo internado en la clínica de salud mental Hogar San Juan de Dios, de Luján, como él mismo dijo al ser detenido. Esta información es parte del secreto de sumario por lo que no ha sido conocida públicamente.

La noche del crimen

El hecho se descubrió el miércoles alrededor de las 21 del miércoles 13 de mayo en la zona conocida como Recreo Colonial, un paseo que está siendo restaurado por el municipio y donde además hay un restaurante homónimo, ubicado en el cruce de las calles Salveire y Bartolomé Mitre, a orillas del río Luján.

Un vecino vio un auto sospechoso detenido y escuchó que arrojaban algo al agua, por lo que se comunicó con la secretaría de Seguridad de Luján, desde donde enviaron un móvil policial.

Al acercarse al auto, un BMW plateado modelo 528, patente CRE834, los policías vieron a un hombre con las manos con sangre y advirtieron que acababa de arrojar al río una valija que al ser recuperada estaba vacía pero ensangrentada.

Los efectivos encontraron entonces el torso de un cadáver con la cabeza destruida y un balde con otros restos humanos en el baúl del vehículo.

Baladía quedó detenido y en su poder se secuestraron 20.700 dólares.

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