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Los testimonios expresados en la primera semana del juicio a Susana Freydoz aportaron elementos suficientes como para establecer con exactitud la mecánica del crimen de su esposo, en la madrugada del primero de enero último.

Se supo el infierno detrás del asesinato del gobernador de Río Negro Carlos Soria

Por UNO

La Cámara Primera en lo Criminal de General Roca recibió 14 testimonios que confirmaron casi sin contradicciones la requisitoria de elevación a juicio y despejaron toda duda de lo ocurrido tras la reunión de fin de año en la chacra de la familia del ex gobernador de Río Negro, Carlos Soria.

De acuerdo a los testigos, el hecho ocurrió tras una jornada larga y muy calurosa, cargada de emociones y tensiones, en la que Soria y Susana Freydoz llevaron hasta un extremo la hostilidad entre ambos, que en los últimos dos años crecía alimentada por los celos obsesivos de la mujer y la indiferencia del hombre.

Ese día todos bebieron alcohol, pero Freydoz tomó vino blanco, daikiri y champaña más de lo habitual y algunos testimonios incluso precisaron que estaba "alcoholizada". Esta situación se sumó a su consumo de psicofármacos, tanto recetados como automedicados.

La campaña electoral, el holgado triunfo de Soria del 25 de septiembre y los planes para mudarse a Viedma agravaron la tortuosa relación, lo que se reflejaba en aspectos institucionales y las tareas de colaboradores del gobernador.

Poco antes de las 4 del primer día del año, cuando se habían retirado los invitados, el gobernador Soria saludó a su hija María Emilia y al novio, Mariano Valentín, quienes tenían asignado un dormitorio en la chacra desde mediados de diciembre, y se retiró a su dormitorio.

Freydoz, que estaba con María Emilia ordenando algunas cosas en la cocina, salió presurosa tras su marido, sin saludar, y entró en la habitación cerrando con un portazo.

María Emilia escuchó una nueva discusión a los gritos entre ambos. "Por tu culpa me voy a matar", gritó Freydoz, tras lo que se oyó el disparo.

Fue a la habitación de sus padres y encontró a Soria acostado boca arriba en la cama matrimonial, con la herida sangrante en la mejilla izquierda. Freydoz le había disparado con un viejo revolver familiar Smith & Wesson calibre .38, a una distancia de entre 70 centímetros y dos metros.

Mientras tanto Mariano se había acostado y dormido en la habitación en la que se alojaba con María Emilia, a la que la novia había cerrado la puerta, avergonzada con la discusión de sus padres.

El yerno de Soria no había oído el tiro y se despertó con los gritos de su novia. Se puso un pantalón y corrió a la habitación de sus suegros, donde vio a su novia forcejeando con su madre, quien la insultaba, y a Soria en la cama, boca arriba, totalmente desnudo, con las piernas cruzadas, desangrándose por la cara.

Creyó que respiraba y gritó: "está vivo". Mientras salía y entraba de la habitación pidiendo ayuda, y acomodando la cabeza de Soria para que la sangre no entrara en la boca, debió ayudar a su novia a sacar a Freydoz de la habitación, porque creían que quería agarrar el arma, que estaba a un costado del herido.

Mariano activó la alarma de la casa y salió para llamar a dos policías que hacían guardia a 100 metros de la vivienda -quienes tampoco escucharon el tiro, pese a que la noche ya había entrado en un profundo silencio-, para pedir una ambulancia.

Martín Soria, hijo mayor del matrimonio e intendente de General Roca, quien con su esposa y sus dos hijas pequeñas había sido el último en abandonar la casa, fue el primero en regresar, ahora solo.

Vio la escena, también creyó que Soria respiraba y le habló: "aguantá viejo, no te vayas", le decía, mientras lo abrazaba. Salió de la habitación, increpó a su madre, que seguía con María Emilia, y recibió al médico Ramiro Saffini, quien llegó con un enfermero y el chofer de la ambulancia, alrededor de las 4.10.

El médico constató que Soria no tenía pulso ni respiraba, y con la ayuda de Martín, Mariano, el enfermero y el chofer, lo subieron a una camilla y a la ambulancia. Intentaron reanimarlo camino al hospital y luego allí, desde las 4.30 hasta abandonar las maniobras, a las 4.47, horario establecido de su muerte.

Martín Soria, quien había ido al hospital y se encontró allí con su hermano Carlos y otros familiares, volvió con ellos a la chacra, a donde comenzaron a llegar parientes, amigos y allegados del gobernador fallecido.

Entre ellos, el entonces vicegobernador Alberto Weretilneck y miembros del gabinete, además de las principales autoridades policiales de General Roca, el juez de turno Emilio Stadler y el fiscal Miguel Fernández Jahde.

A media mañana, llegó de Buenos Aires el hijo menor Germán Soria y se reunió con sus tres hermanos.

También lo hizo Angel Pedroza, cuñado de Freydoz, quien también había estado en la reunión familiar, y junto a su esposa Inés, hermana de la imputada, la llevaron a su casa de Allen, cerca de General Roca, luego de cumplimentados los primeros trámites judiciales.