Análisis y opinión

Rodolfo Suarez se guardará un cargo para usarlo en 2023

Que el gobernador Suarez se postule a un cargo electivo nacional, cuando aún no ha llegado a la mitad de su mandato, parece menoscabar el contrato con los mendocinos

El gobernador de la provincia de Mendoza no debería candidatearse a nada a la mitad de su mandato. Ha sido elegido por un sector mayoritario de la ciudadanía para estar ocupado de lleno en sus funciones ejecutivas durante cuatro años. Ha firmado un contrato y empeñado la palabra.

No puede o, mejor dicho, no debería postularse ahora para cargos que en el supuesto caso de ganar no podrá asumir hasta el 10 de diciembre de 2023 cuando venza el honorable contrato que firmó con el pueblo de Mendoza en 2019.

La palabra honorable le cabe con perfección a ese compromiso que (con el voto popular como base) se establece entre una figura concreta que personifica el gobernador, que es una institución de la democracia republicana, y todos los ciudadanos de Mendoza, lo hayan éstos elegido o no.

El deber de un gobernador no es gestionar para facciones sino para todos. En cambio postularse a mitad de administración para un cargo promovido por su partido, cuestiona de alguna manera su juramento contractual.

El deber ser

Hay políticos austeros que creen que deben cumplir la palabra empeñada y que, sin alharaca, tratan de seguir el mandato sanmartiniano de "serás lo que debas ser o no serás nada".

Hay otros políticos más voluptuosos, complejos o audaces que creen que el poder logrado hay que sostenerlo estirando la cuerda hasta terrenos donde se hace más difuso distinguir lo bueno de lo no aceptable.

El actual gobernador de Mendoza ha exhibido hasta ahora más componentes del primero de esos rubros, el de los criteriosos. Sin embargo, ha aceptado postularse como tercer precandidato a senador nacional para las legislativas de noviembre venidero, de manera testimonial.

Guardar para usar

¿Por qué en tercer lugar? Porque lo factible, de acuerdo a cifras logradas en elecciones recientes y a las encuestas, es que Cambia Mendoza vuelva a obtener dos senadores nacionales. El primero y segundo lugar para ese puesto tiene como postulantes a Alfredo Cornejo y Mariana Juri. ¿Y entonces por qué toda esta movida? Simple, porque la idea es que Rodolfo Suarez quede en las gateras como suplente y que se guarde el cargo para usarlo en 2023. Como si un cargo electivo fuera un traje pret-a-porter.

Suarez seguirá siendo gobernador hasta diciembre de 2023 y para esa fecha Alfredo Cornejo volvería a postularse para gobernador de Mendoza. Entonces dejará el puesto de senador nacional y Suarez, que es suplente en la lista que se votará este año, avanzará un casillero y asumirá en el Senado nacional la silla caliente que dejará Cornejo.

Si esto no es una manganeta, pasa raspando. Si algo similar hubieran hecho los kirchneristas las vestiduras de los radicales ya hubieran sido rasgadas, como pasó con ese invento comicial de las colectoras, al que el peronismo es tan afecto.

¿Cómo olvidar cuando Néstor Kirchner urdió aquellas candidaturas testimoniales que encabezaban conocidas figuras del espectáculo, como esa tramposa llamada Nacha Guevara, adalid de un supuesto peronismo progresista, que prestó su nombre sabiendo que nunca iba a asumir como diputada nacional y que solo engañaba a los votantes con el único fin de que el matrimonio Kirchner no perdiera bancas. Te vendían a Nacha y terminaba asumiendo Juana de los Palotes. Y todo por la causa nacional y particular.

Sí, fue magia

Este pase de magia que ha avalado Rodolfo Suarez tendrá que ser aprobado por la Justicia Electoral porque la Constitución de Mendoza le impide al gobernador presentarse a un cargo de senador nacional si no ha pasado un año tras haber completado su mandato.

Lo que ocurre es que esa norma provincial es de la época en que dicho cargo no se elegía por elección directa sino que lo votaba el Senado provincial. Sin embargo, desde la reforma de la Constitución nacional de 1994 se estableció que la elección de los senadores nacionales en todo el país debía ser por voto directo de los ciudadanos.

Con lo cual asistimos a una discusión bizantina. Por un lado están los que afirman que el Gobernador en ejercicio no puede ignorar una disposición constitucional que sigue vigente en la Provincia, aunque pueda haber caído en desuso porque la Constitución nacional dice ahora otra cosa. Y aclaran: primero hay que derogar la exigencia provincial.

Por el otro lado, están los que aseguran que billetera (Constitución Argentina) ya mató a galán (carta magna mendocina). Y que por lo tanto la postulación de Suarez es factible porque lo avala una ley nacional.

La Justicia electoral de Mendoza, aún en manos del juez Walter Bento, quien está procesado por ser el presunto jefe de una asociación ilícita que vendía favores a presos, o en su defecto la Suprema Corte provincial, tendrán que echar luz sobre este entuerto.

Pero más allá de los argumentos leguleyos, lo que ha quedado flotando en el ambiente es que esta vuelta de tuerca, esta treta, no concuerda con el estilo que hasta ahora había mostrado Rodolfo Suarez. No le pega. No parece estar en su libreto. Sin embargo él no se ha quejado y parece aceptarla con gusto.

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