En las últimas elecciones fue común que los mismos mendocinos que en las presidenciales votaron al libertario Javier Milei, optaran a la vez en la Provincia por el radical Alfredo Cornejo para gobernador y, en algunos municipios, completaran la diversidad metiendo en el sobre un voto peronista.
La singularidad política del votante mendocino no es moco de pavo
El voto de los mendocinos exhibe cada vez menos fidelidad partidaria. Se toma más en cuenta al candidato y la productividad de la gestión
Una situación que nos está señalando no sólo una singularidad política sino el descascaramiento de aquellas férreas lealtades partidarias, hoy cuestionadas, ya que esos ciudadanos privilegiaron lo que creyeron que era mejor para la Nación, la Provincia y el municipio. Eso es además una muestra de cómo se renueva el criterio cívico, actuando como reacción ante las ineficiencias de la politiquería
Por ejemplo, el masivo voto mendocino a Milei en el balotaje (71%) no significa que nos volvimos todos locamente austríacos y anarcocapitalistas sino que ante los desastres del populismo, el votante ha elaborado una mayor comprensión de las ideas de libertad económica, soterradas por dos décadas de kirchnerismo.
Fíjese, lector/a, que al mismo tiempo que se reclama una nueva forma de generar riqueza, esos ciudadanos mendocinos defienden también un sistema razonable y sustentable de protección social, una idea que a Milei le debe producir espasmos esofágicos de sólo escucharlo.
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Sin explosiones
Ello confirma que en el ánimo promedio del ciudadano está la necesidad de pasar a un sistema liberal, pero no a uno donde hagamos explotar el Estado sino donde propiciemos un Estado eficiente, riguroso, profesional.
Milei parece ser el vehículo para sentar esas bases, pero será la sociedad la que seguramente terminará llevando hacia el centro político ese ideario buscando evitar los extremismos que tanto daño han provocado en el país y que tienen a la década del '70 del siglo pasado como el muestrario más fidedigno del infierno político.
Es interesante ver, empero, que mientras muchos mendocinos le han puesto fichas a un político de formas exaltadas como Milei para que cambie la plataforma macroeconómica nacional, en la Provincia se siga optando por la moderación como forma de gobierno y se meritúe más la calidad de una gestión que la pertenencia partidaria. Como se ve, son muchas las señales de que otros aires están soplando en la política.
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La letra chica
Volvamos, por caso, al año pasado y tomemos el ejemplo de lo ocurrido en la interna de Cambia Mendoza. Cornejo ganó la postulación para gobernador, pero sin embargo tuvo un contendiente radical, Luis Petri. que se animó a enfrentarlo y obtuvo el 40% de los votos, algo que las encuestas previas no habían "leído" por desdeñar la letra chica de la realidad.
El mensaje que los mendocinos le dejaron en esas interna a Cornejo fue claro: le daremos una segunda oportunidad como gobernador, pero no vaya usted a creer que va a tener un cheque en blanco porque eso es algo que al mendocino tipo no le gusta.
Es evidente que Omar De Marchi, el contendiente ya clásico de Cornejo, también recibió su mensaje en la elección general de la provincia. No es con un pastiche ideológico (¿que fue, si no, La Unión Mendocina?) cómo se va a consolidar un nuevo liderazgo. Las obsesiones desbordadas no suelen ser buenas consejeras. Y rodearse de gente opaca no genera buenos resultados.
El lujanino exalta ahora con fervor a su nuevo socio -el presidente MIlei- por su dureza para decir que lo negro es negro y que lo blanco es blanco, desconociendodo que los grises también son parte constitutiva de la paleta cromática de la demoracia. El leitmotiv de las críticas demarchistas a Cornejo siempre radicaron en denunciar que el actual gobernador era un dictador que quería hacer,solo lo que él decía sin dar espacios a otras voces. Ahora, en cambio, a De Marchi ese estilo puesto en Milei le parece estupendo.
Lo concreto es que Cornejo, que es un personaje complejo, parece haber tomado debida nota de que si bien parte de su peso político y su liderazgo siguen en pie, le están pasando a diario el escáner tanto en sectores de su propio partido como en la oposición..
Para redondear digamos que el voto del mendocino, hoy, exhibe cada vez menos fidelidad partidaria. Se toma más en cuenta al candidato y la productividad de la gestión. El votante es más leal a su criterio que a lo que manda un partido. Eso sí: a la hora de votar será "lo mendocino", o "la mendocinidad", sea lo que sea ese estilo, lo que dominará la decisión. Lo que cual, decididamente no es moco de pavo





