De ninguna otra manera podría explicarse cómo, después de más de 24 años, conserve la magia y siga provocando risas en los más pequeños con cada presentación de títeres. Actualmente, dándole vida a don Pascual, un abuelito jubilado muy inteligente y despierto para sacar las conclusiones más desopilantes arriba de un escenario o caminando entre la gente por los pasillos de algún teatro. Ezequiel comenzó como titiritero en su juventud, después de transitar varios años de su adolescencia en el teatro. Según cuenta, sus primeros estudios los hizo con Ernesto Suárez hasta el día en que apareció un compañero artístico proveniente de San Juan con la técnica de títeres hechos a escala humana."Me gustó mucho y me puse a trabajar únicamente con este lenguaje expresivo. A partir de entonces formé la Banda Espuma, con la que continúo hasta el día de hoy participando en festivales nacionales e internacionales y siempre trabajando en conjunto con los docentes, con las escuelas, con los teatros y con algunas reparticiones públicas”, dice mientras dirige la adaptación para chicos del cuento La guerra de los yacarés, del escritor uruguayo Horacio Quiroga. El artista describe que se puede utilizar a los títeres para cualquier proceso de enseñanza porque son un buen canal para comunicar. Además señala que hay obras para todas las edades pero que prefiere dirigir y crear actuaciones para los más pequeños e inclinarse por las comedias, con resoluciones positivas y sin demasiados momentos de dramatismo. Más tarde explica que los títeres le permitieron poder vivir y formar familia disfrutando de lo que hace. "Son una forma de vida, me han ayudado a criar a mis chicos (4), me ayudaron a sobrellevar siempre las problemáticas cotidianas de la vida y a enriquecer el espíritu, esencialmente porque es un trabajo en el que uno involucra mucho las emociones y trabaja con seres humanos”. Para Ezequiel Yazar, el arte es una elección de vida que necesita nutrirse de los juegos y la sencillez propias de la infancia. "Uno se apasiona con esto y va rescatando esas cosas que vivió cuando fue niño. El juego, divertirse con un movimiento o con una expresión", confiesa. Y explica que "sin desmerecer a otras profesiones, un oficinista o un chofer de colectivo, por ejemplo, hacen que las personas se pongan frente a la vida más rígidas, más duras, que se armen una coraza. Con los títeres puedo sacar de muy adentro mío esa experiencia de la niñez y luchar para que no se me endurezca el alma", concluye su charla en el patio de su casa.
HabilidadesCualidades únicas. Dedicarse al oficio de titiritero no es nada fácil. Se requiere de un abanico de destrezas que se consiguen después de mucho entrenamiento y práctica además de la experiencia con el público y un desarrollo especial de la sensibilidad.
Creación Don Pascual. Es uno de sus últimos personajes. Se trata de un abuelo mendocino que ya está jubilado, muy conversador, inteligente y por momentos medio picarón. Un títere en escala humana que acompaña a Ezequiel Yazar desde hace dos años por toda Mendoza.