Ignacio Zavala Tello
El espectáculo mágico que propone el Acto Central es un imán cada año para miles de turistas que llegan desde distintos rincones del país y el mundo entero. Ayer no fue la excepción. Desde temprano, incluso tres horas antes de que el anfiteatro Frank Romero Day se iluminara para vivir su Sinfonía Iluminada de gloria, los visitantes fueron ganando las gradas tras sortear un importante dispositivo de seguridad.
En su mayoría chilenos y brasileños llegaron a celebrar el vino nuevo. Pero visitantes de otros destinos como Estados Unidos y España tampoco quisieron perderse el festejo.
Para ver todos los detalles, la mayoría adquirió entradas en el sector Malbec, el más cercano al escenario. En otros sectores se mezclaron con los mendocinos que religiosamente asisten a nuestra celebración más importante. Mate en mano, canastos con sanguchitos y bebidas se volvieron los acompañantes indispensables para esperar el inicio de la Fiesta.
Los visitantes optaron por gaseosas, al no contar con la costumbre de la infusión nacional, para mitigar el calor de una jornada que se hizo sentir hasta que cayó el sol.
El entusiasmo y la emoción fueron sentimientos comunes entre locales y foráneos. Pero algunos, por no haberla vivido antes, esperaron con más ansias y mejores expectativas que iniciara el show y se prendieron con cada consigna que lanzaron los animadores de la previa.
Luego encendieron sus velas y agitaron las banderas argentinas dispuestas en cada lugar del anfiteatro. Y como un mendocino más, los turistas alentaron a su reina preferida.