La ecuación que sólo nos ha causado dolor: 100% de teoría y 0% de realidad

Por UNO
@jlverderico

A penas llegué a la redacción estuve tentado de preguntar, ya en la reunión de pauta de las tres de la tarde, cuántos niños habían sido abandonados en lo que iba de la jornada.

Es que si bien el dicho popular reza que “en todos lados se cuecen habas”, no deja de sorprenderme la cantidad de mayores que dejan a sus pequeños a la buena de Dios.

Algunos para ir al casino, otros para continuar una discusión de pareja en otro lado o por lo que sea, el asunto es que un lactante, un varoncito de tres años y una beba con cochecito y todo fueron abandonados por sus padres dentro de automóviles, en playas de estacionamiento y en una estación de servicio.

Más allá de las tristes justificaciones que hayan dado, esos mayores (no necesariamente adultos) sí pusieron en riesgo las vidas de esos tres pequeños.

Y lo afirmo más allá de los vericuetos que ofrecen las leyes para dirimir algunos asuntos, justamente, en la arena tribunalicia.

Paso a preguntar respecto de los casos ligados al abandono para ir al casino. ¿No es riesgoso que una beba de quince días haya estado encerrada en un auto durante un largo rato por más que haya sido en un estacionamiento y que una buena samaritana la haya auxiliado tras escucharla llorar y pedido ayuda en el Casino?

El riesgo inminente se mide sobre la base de la capacidad que tiene una persona para reaccionar en caso de una emergencia. Y sigo preguntando: ¿la beba podría haberse valido por sí misma en caso de sufrir un ahogo o una caída?, ¿podría haber pedido auxilio o haber salido del rodado en caso de un incendio a causa de un desperfecto eléctrico? ¿Y si el automóvil en que había sido dejada era chocado por otro vehículo en la misma playa? ¿Y si había un terremoto?

Tal vez son demasiadas preguntas, pero emergen de pensar la infinidad de peligros que acechan a los pequeños desde que nacen hasta que pueden valerse por sí mismos, y más allá de esa situación.

Y acerca de la pequeña que fue dejada en una estación de servicio de San José, cerca de la terminal, pregunto: ¿de qué forma habría zafado esa pequeña en caso de un asalto a los despachantes de combustible o a quienes atienden el minimercado, episodios lamentablemente tan comunes en estos tiempos? ¿Y si en el predio se desataba algún siniestro como derrame de nafta o escape de GNC o el reventón de algún depósito?

Me parece que tanto la playa de estacionamiento como la estación de servicio que fueron escenarios de los casos de abandono no son ni por asomo lugares que garanticen que esos niños no estaban en riesgo o peligro inminente.

Y respecto de la beba dejada en la estación de servicio, quiero agregar que, lamentablemente para ella y la sociedad toda, hubo otro indicio de altísimo riesgo: que la madre estuviera alcoholizada cuando volvió a buscarla ¿no era lo suficientemente peligroso, por ejemplo, al momento de cargarla en brazos o de cruzar la calle empujando el cochecito con la beba adentro?

Mis motivosDecidí meterme con este tipo de episodios apenas me enteré de que para las autoridades, por ejemplo, la beba “no estuvo en riesgo” mientras duró su estadía en la estación de servicio en Guaymallén.

¿No estuvo en riesgo porque había otras personas que pudieron hacerse cargo, igual que los dos niños de las dos parejas que los abandonaron para ir a jugar?

Y sigo con las preguntas: ¿quiénes son los responsables de esos niños? ¿Los padres o los buenos samaritanos?

Si en el estacionamiento o en la estación de servicio se desataba un siniestro ¿las autoridades tienen la certeza de que los samaritanos se ocuparían de los pequeños antes que de ellos mismos?

Me declaro preocupado de los análisis exclusivamente teóricos que se hacen al momento de tomar este tipo de decisiones, entre otras.

Ciento por ciento de teoría y cero de práctica. Y esa modalidad, cuasi de escritorio podría decirse, ya nos ha causado demasiados dolores como sociedad, tristezas que tienen nombres y apellidos asociados a la inacción y a la dejadez.

Como consecuencia de esa desidia, de ese trabajar el tema de taquito, hoy tres tumbas de Mendoza están identificadas con lápidas que dicen Luciana Rodríguez (3), Rosario Belén Amitrano (1 año) y Julio Benjamín Jotallán Heredia (4).

Antes de sus muertes las autoridades supieron que estaban en altísimo riesgo y tuvieron pruebas como para torcer el rumbo del destino. Pero no. Prefirieron esa rara ecuación: 100% de teoría y 0% de realidad.