Un proyecto de ley de la senadora Alejandra Naman (Nuevo Encuentro) apunta a que la técnica preventiva sea aplicada a todos los recién nacidos de la provincia de forma rutinaria para ampliar la pesquisa de las cardiopatías congénitas, patología que constituye la segunda causa de mortalidad infantil. El estudio debe realizarse a las 48 horas de haberse producido el nacimiento. Es indoloro y sencillo, ya que se coloca una pinza pequeña en el pulgar de la mano izquierda y otra en cualquiera de los pies del bebé. Si el nivel de oxígeno es menor al 95%, el niño debe ser derivado a un cardiólogo antes de salir de la maternidad, o si al tener 95% el niño presenta una diferencia del 3% entre la saturación de la mano y la que presentó el pie analizado, según explicaron los especialistas consultados. “Es una medida importante y hay consenso entre los neonatólogos para que se haga en todas las maternimaternidades a los niños sanos, porque los que entran a neonatología están muy monitoreados, no así los de sala común. La oximetría se hace al segundo día de nacido, es decir antes del alta, porque en ese tiempo el bebé ya tiene cerrada la vena ductal, que en realidad es un vaso. Antes de ese momento, el chico no tiene síntomas, está rosadito, y en los niños con piel más trigueña casi no se nota. Se van de alta y vuelven cianóticos y azules por falta de oxígeno. Nosotros hemos detectado muchos chicos con cardiopatías congénitas”, explica Mónica Rinaldi, jefa de Neonatología del hospital Lagomaggiore. Hasta ahora un modo de detectar una malformación congénita es la ecografía de ultrasonidos, que se realiza en el primer trimestre de embarazo y un examen físico de rutina poco después del nacimiento, pero no siempre es suficiente para ver el estado del niño. El éxito predictivo de la ecografía fetal es del 50%. En Mendoza, uno de cada 100 chicos tiene alguna malformación relacionada con el corazón, y la tercera parte de ellos de forma grave, por lo cual la detección precoz es clave. “Las malformaciones congénitas son la segunda causa de mortalidad infantil neonatal, y dentro de este grupo las relacionadas con el corazón son seis veces más frecuentes que otras malformaciones congénitas como cerebrales, digestivas o genitales. Por eso es vital la detección precoz”, explicó Ana Schro, jefa del Servicio de Cardiología del Notti.
1 de cada 100 recién nacidos sufren malformación congénita en su corazón, que puede variar entre leve a severa. La detección precoz ayuda a que los tratamientos sean oportunos para evitar defunciones en esa etapa de la vida.
95% de oxígeno en sangre es el parámetro para saber si un bebé tiene dificultades cardíacas, lo que merece una revisión por parte del pediatra, o derivarlo a un cardiólogo para confirmar o descartar el diagnóstico.