Sobre 12.400 opiniones emitidas entre el 1 de abril y este domingo, ése es el resultado mayoritario del sondeo. Más del 30% de los participantes contestó que llamaría a la policía en caso de encontrarse con un episodio así.

Ajusticiamientos: se sumaría el 50% de lectores de UNO digital

Por UNO

Los episodios de linchamiento ocurridos en distintas ciudades del país encendieron la luz de alerta y dispararon las reacciones más variopintas. A viva voz muchos declaman, horrorizados, que se trata de una práctica aberrante pero también, puertas adentro, otros tantos se relamen bajo el paraguas del “se lo tenía merecido”.

Un buen termómetro de lo que ocurre en las sociedades en determinado momento son los resultados de encuestas y sondeos, los cuales tras conocerse los primeros casos de ajusticiamiento florecieron como hongos. Lejos del rigor científico que demanda un estudio de esta naturaleza pero con la certeza de captar en el instante el ánimo de sus lectores, www.diariouno.com.ar preguntó a sus seguidores “¿Qué hacés si te encontrás con un linchamiento?”. El sondeo fue subido el 1 de abril al mediodía y al cierre de esta edición unos 12.400 internautas habían dejado su opinión.

Los resultados son abrumadores: cinco de cada diez asegura que se sumaría si presenciara una venganza ciudadana (49,1%, con 6.088 votos).

En la contracara, tres de cada diez (30,1%, con 3.736 votos) dicen que llamarían a la policía. El resto de los clics se divide entre ignorar el episodio (12,7%, 1.576 votos) o tratar de impedirlo (8,1%, 1.002 votos).

Preocupante“Que casi el 50% de la gente piense que se sumaría a un linchamiento es muchísimo. Muchos piensan así y no sólo en Mendoza. También hay que decir que en las primeras encuestas que se hicieron ese porcentaje llegaba al 70% o 75%, es decir que la prédica de mucha gente que ha salido en los medios, como abogados, sociólogos, psicólogos y los mismos periodistas ha ido modificando la opinión pública”, explicó Graciela Cousinet, licenciada en Sociología, magister en Ciencias Sociales y decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo.

Para la experta, el fenómeno muestra “sociológicamente hablando la anomia o falta de normas que padecemos. En todas las sociedades hay una delegación del poder de policía o del poder de represión. Aun en las más primitivas o elementales hay un tribunal o una instancia que resuelve conflictos interindividuales. Esto hace a la salud de una sociedad. En las sociedades más modernas, esta mediación está cubierta por las instancias jurídicas, entre otros motivos porque es necesario dar la opción a la defensa para evitar la arbitrariedad del poder”.

Y agregó: “Nadie puede estar seguro en una sociedad donde la gente sanciona por su propia mano. Sólo el Estado puede ejercer el monopolio de la violencia legítima, entendida ésta como la capacidad para aprehender o evitar un robo, de encarcelar, de dictar la pena de muerte. Esto debe estar en manos de una instancia superior a los individuos. Si esto se pierde, se dan fenómenos como lo que pasa en Colombia con las guerrillas o en México, donde los narcos manejan territorios y la gente los considera autoridad”.

La contracaraQue tres de cada diez de los lectores que participaron en la encuesta de www.diariouno.com.ar aseguren que ante un linchamiento llamarían a la policía “habla de una reserva sana de la sociedad, que propone justamente utilizar los mecanismos legítimos y apropiados. Si se hubiera preguntado (en el sondeo) el nivel educativo, seguramente las personas de mayor nivel educativo habrían estado en ese 30%. La educación es fundamental para un proceso civilizatorio y un Estado moderno que garantiza los derechos humanos, entre ellos el de la defensa. Este garantismo, que a veces se denigra, en realidad nos protege a todos. Con los linchamientos, estamos todos en peligro, no solamente los ladrones”.

Opiniones

Liliana SevillaDirectora del jardín Arco Iris (Oeste de Godoy Cruz)

“Los linchamientos me parecen un espanto y creo que los medios están cumpliendo una función riesgosa y difícil. Algunos son prudentes, pero otros los fogonean, como si realmente quisieran que la gente salga a hacer justicia por mano propia, justicia que debería hacer precisamente la Justicia. También tenemos una ciudadanía que no se compromete y ésa es otra arista muy complicada. Si hay diez hechos violentos y aisladamente hay un linchamiento, no es que predomine una conducta de linchar. Por eso me parece tan tremendo que se intente instalar. Hay que leer, contrastar, hacer zapping y, una vez hecho eso, ser prudentes y establecer la propia opinión”.

Marcelo De BenedectisVocero del Arzobispado de Mendoza

“Es un tema que preocupa y que hay que ver en el conjunto de todo el cuadro social que vivimos, de inseguridad, violencia, corrupción, mentira. Es un cóctel social tan delicado que es preocupante. Pero más que diagnosticar, hay que pensar entre todos qué respuesta damos. Tenemos un déficit de amistad social muy grande en el país. Es muy delicada la falta de no considerar la dignidad de la persona humana, una dignidad que es inviolable. También es muy preocupante el tema de los niños que delinquen con 11, 12, 13 años.

¿Dónde está la familia para transmitir valores? Entiendo que hay que tomar medidas de corto, mediano y largo plazo. En el corto plazo, son los poderes del Estado los que no se pueden quitar la responsabilidad sobre un bien tan esencial como es la seguridad y la serenidad de la población”.

Alejandro GilSubsecretario de Relaciones con la Comunidad

“Estos hechos no son ajusticiamientos, son homicidios doblemente agravados. Quien participa en ellos es un vengador, un inadaptado social. Tenemos en las escuelas el programa Crecer Juntos, que hace hincapié en la prevención y en el accionar en casos como estos. Se trabaja para prevenir conductas agresivas, generar pautas comportamentales no agresivas, entendiendo como agresión todas aquellas prácticas de violencia y discriminación.

Si bien en Mendoza no se han producido linchamientos, es importante recordar el rol que cumple la ciudadanía. Invitamos a cada ciudadano a preguntarse: “¿Qué puedo hacer y qué no? ¿Cuál es el límite?”, porque por un intento de hurto la gente no puede tener una reacción inusitada, desmedida e inhumana que automáticamente condene a muerte a un ser humano”.