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El famoso bandido rural se instaló en General Alvear con ella para formar una familia y alejarse de su vida de fugitivo. Tuvieron dos hijas, Juana y Elsa, nueve nietos y 13 bisnietos. Fotos. 

Telma, la mujer de Bairoletto, cumplió 100 años

Por Carina Luz Pérez

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“Fui feliz con Juan, él era muy bueno conmigo, éramos muy unidos”, dice Telma Ceballos, la mujer de Juan Bautista Bairoletto, el famoso bandido rural convertido en mito por la gente que lo conoció, como amigo o como enemigo. Bairoletto inspiró películas, poemas y canciones de artistas populares de la talla de León Gieco.

Erguida y elegante, la señora sonríe con los ojos y la boca al decir orgullosa que este martes cumplió 100 años. El siglo de vida la encontró muy bien de salud, con algunos “achaques” propios de su edad, pero lúcida como para contarnos nuevos aspectos de su vida con el padre de sus hijas Juana y Elsa. La historia del hombre, y no del personaje que todos conocemos.

El “bandido” evadido de la Justicia por unos 20 años era un papá muy cariñoso, que peinaba a su hija mayor Juana, le daba el biberón con la leche de cabra que ordeñaba en la finca de Carmensa, General Alvear, jugaba y dormía alguna siesta con ella cuando podía. Al llegar Elsa, casi dos años después que Juana, en realidad quería un varón y por eso la vestía como varoncito: bombachas gauchas y pelo corto, hasta que la nena se impuso y dijo “basta” cuando Juan ya no vivía.

Los domingos, el temido Juan solía darse tiempo para leer, lo que hubiera a mano, diarios, revistas, libros, porque según Telma “era un hombre muy informado, educado, amable, de muy buena conversación”. Es que en realidad, Bairoletto siempre quiso desprenderse de su pasado delictivo, siempre soñó con formar una familia y que sus hijos estudiaran, por eso cuando conoció a Telma supo que era ella quién le daría esa posibilidad.

Le echó el ojo y se escaparon

Telma nació en San Luis, tenía 11 hermanos y al quedarse sin padre, su mamá, Sofía Vilchez, decidió venir a la casa de unos parientes en Canalejas, otro pueblo alvearense, a trabajar la tierra y criar animales. Sofía formó pareja con Gerónimo Altamirano, quién resulto ser un padrastro bastante cruel, en especial con Telma. Altamirano era amigo, como todos en el campo, de Bairoletto, y así comenzaron los primeros contactos con Juan. “En mi casa le dieron entrada porque era muy amigo de mis padres, y me echó el ojo. El le decía a mi padrastro: “Esta mujer será para mí”, recuerda Telma, aunque ni siquiera les era permitido conversar entre ellos, ya que Altamirano desautorizaba cualquier tipo de relación entre ambos. Ella tenía 25 años y él, casi quince más.

“Mi padrastro no me dejaba hablar con él, tampoco nos decía quién era Bairoletto, nunca supimos hasta mucho después, porque era el modo de protegerlo de la policía, pero él ya me había mirado, y a mí me gustaba también. Así que un día nos escapamos en caballo y él me dijo: ‘¿Vamos?, y yo le dije vamos’”, dice Telma, otra vez sonriendo con cierta picardía.

Unos amigos los ocultaron en una finca cercana, incluso hasta después del nacimiento de Juana. Al tiempo el dueño de una finca de Carmensa le permitió trabajar una chacra, para lo cual Juan contrató peones fieles que conocían su pasado pero no lo delatarían jamás. Trabajaba mucho, cuidaba la hacienda, era un excelente herrero, habilidad que ocupaba para hacer los elementos necesarios para su tarea rural. Les iba muy bien, la tierra daba sus frutos y parecía que todo saldría bien para la familia. Hasta setiembre de 1941, cuando llegó la mala suerte y con ella, la muerte de Juan Baustista Bairoletto (ver aparte).

El silencio tras su muerte

Muerto el compañero de vida y el padre de sus chicas, Telma volvió a la casa materna y decidió silenciar su pasado con Bairoletto, no por vergüenza sino por temor a nuevas represalias policiales.

Nunca más estuvo en contacto con los amigos o conocidos de su marido, nunca contó detalles a sus hijas ni a sus nietos del bandido rural más popular de Mendoza. Es lo mismo que Juan hacía con ella, no le contaba nada para protegerla, por eso no sabe constestar sobre algunos hechos que se le atribuyen a su marido.

Telma luego se mudó a Bowen, dónde mandó a sus hijas al colegio, siguiendo otro pedido de Juan, que ambas estudiaran. Y así siguieron la vida, trabajando, estudiando, sin contar sus verdadero origen. En la escuela primaria nadie nunca las señaló, aunque en el pueblo se conocían todos: las maestras y los chicos acompañaron el silencio de los Bairoletto.

Juana, su hija mayor, cuenta: “Yo tengo ahora 70 años largos, y recién a los 65 años recuperé mi apellido paterno, siempre fui Ceballos, y antes, cuando te preguntaban en el Registro Civil el nombre del padre, y contestaba que sólo llevaba el apellido de mi madre, ponían “hija ...” No me acuerdo, pero no era “natural” ni “ilegítima”, ojalá hubiera sido así, era un término más duro que ese. Así que yo antes usaba un documento como Ceballos y otros como Bairoletto. Me costó digerir este tema de mi padre como un año, recién después de un año pude decir mi nombre completo, no por vergüenza, sino porque no queríamos llamar la atención. Mis vecinos nunca se enteraron antes de lo de Gieco, y eso que llevábamos viviendo en Mendoza más de 25 años”.

Es que el silencio respecto del pasado perduró hasta los nietos de Telma y Juan, pero Favio Erreguerena, hijo de Juana fue quién estudió al personaje y al hombre, y escribió un libro sobre Bairoletto escuchando el relato de su abuela Telma. En ese contexto, fueron hechos los trámites legales para tener el documento con el apellido Bairoletto Ceballos.

¿Es bairoletto o vairoleto?

Juana aclaró que el apellido se escribe con b alta y doble t, y no con v corta y una t, como se encuentra escrito en numerosos documentos policiales. Según Juana, algunos familiares adoptaron el apellido con V corta y una t, pero ellos son los Bairoletto.

El día que vino León Gieco

En su trabajo Bandidos rurales, León Gieco cuenta parte de la historia de Bairoletto, y para presentar este disco del 2002 llegó hasta Mendoza el 6 de agosto de ese año. Estuvo con Telma en la tumba de Alvear, en la casa que la pareja ocupó en Carmensa y hasta cantó con ella Sólo le pido a Dios.

De ese encuentro, Telma recuerda que “le encantaron las empanadas que le hice, dulces y saladas, las comió con vino la noche anterior a viajar”.

El deseo de Telma es verlo el día de su cumpleaños número 100, pero no será posible por lo menos esta vez.

Defendió a su familia

Considerado como un justiciero que le hacía bien a los pobres y mal a los ricos, Bairoletto contaba con la protección de sus vecinos y compañeros de alguna de sus incursiones delictivas. Cada vez que iban a arrestarlo, estaba enterado y se escabullía de la policía.

Sin embargo, la madrugada del 14 de setiembre de 1941 lo encontraron durmiendo profundamente en su casa de Carmensa.

Alguien lo había traicionado, y aunque no hay una sola versión de quién pudo haber sido (tal vez alguien que estuvo con él en el Chaco, durante un asalto a La Forestal), es probable que haya sido una persona muy cercana a él, porque sabían exactamente el dato de que esa noche estaría realmente en casa.

A veces, Bairoletto solía decir que viajaría o se quedaría en casa sólo para despistar a quienes aún lo buscaban. Telma recordó que “esa noche estaba enfermo, se sentía mal, tenía tos y fiebre. Se acostó y en la madrugada hubo un tiroteo muy grande, eran como 20 policías de Mendoza los que fueron a agarrarlo. Él se dio cuenta de que nos iban a matar a todas, entonces se suicidó con un tiro en la cara, él quería protegernos”.

El último gaucho rebelde

►Hijo de una pareja de inmigrantes italianos, Juan Bautista Bairoletto fue el segundo de seis hijos. Nació en Santa Fe, el 11 de noviembre de 1894. Su familia se radicó en la provincia de La Pampa, en una zona triguera que abarcaba Castex y Monte Nievas.

►Parte de su juventud la pasó en los burdeles, donde conoció a los primeros anarquistas. Allí se enamoró de una mujer, que también era pretendida por un gendarme llamado Elías Farache, con quién tuvo un violento enfrentamiento que terminó con la muerte de Farache. Fue acusado de homicidio y encarcelado hasta 1921.

►Al salir de la cárcel, se jura que nunca volverá a caer bajo las manos policiales, y empieza a tener relación con algunos políticos que lo contrataban como matón. Asaltaba caminos y a veces, intervenía en situaciones de injusticia entre ricos y pobres. Por eso la gente lo ayudaba a huir, y cuando se refugiaba en un lugar le hacían llegar mensajes para prevenirlo, le proporcionaban alimentos, abrigo y cuidados. En la década de 1930, se lo hacía responsable de cualquier asalto o muerte ocurrida, pero parecía un fantasma que la policía perseguía sin resultados.

►A principios de los años cuarenta se organiza una persecución dispuesta a terminar con él. Lo sorprendieron y le dieron muerte en la madrugada del 14 de setiembre de 1941.

►Lo velaron en el Comité Demócrata de dicha localidad. A su funeral asistieron miles de personas llegadas desde La Pampa. Sus restos descansan en el cementerio de la localidad dónde murió, en un pequeño mausoleo. 

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