Sus clientes iban desde particulares hasta bancos y fundaciones benéficas. Pero en realidad, no invertía el dinero: lo usaba para pagar a otros inversores, manteniendo la ilusión de ganancias y sosteniendo así el esquema piramidal más grande jamás registrado.
Madoff acaba con Madoff
En diciembre de 2008, al borde de la crisis financiera y con la presión de inversores que pedían retirar fondos, Madoff confesó el fraude a sus hijos, Mark y Andrew, quienes también trabajaban en la empresa. Según la página oficial del FBI ellos, conmocionados, se pusieron en contacto con las autoridades federales. Al día siguiente, el FBI arrestó a Madoff.
En 2009, Madoff se declaró culpable y fue condenado a 150 años de prisión. Su caída destruyó la vida de miles de familias y provocó tragedias personales: Mark se suicidó en 2010, mientras que Andrew murió de cáncer en 2014.
El caso de Madoff es un recordatorio brutal de la codicia y las devastadoras consecuencias que puede tener. Su historia demuestra que, a veces, la verdad se impone desde el lugar más inesperado: el propio hogar.