Justamente, el hecho de que el perro se lama la piel dañada hace que, por ejemplo, una de las bacterias presentes en la boca como la Staphylococcus aumente el resto de las bacterias presentes y genere una pioderma.
En concreto, son tres tipos de pioderma bacteriana las que pueden alcanzar a tu perro. Estas se dividen según su ubicación, y la clasificación es la siguiente:
- Pioderma en la superficie: se encuentra justamente en la parte superior de la superficie de la piel.
- Pioderma superficial: afecta la capa más externa de la piel (es decir, la epidermis) y, en ocasiones, los folículos pilosos. También se denomina foliculitis bacteriana superficial.
- Pioderma profunda: la infección se encuentra en las capas más profundas de la piel.
Generalmente, este tipo de infección bacteriana puede encontrarse en cualquier parte del cuerpo del perro, aunque las zonas más frecuentes son las que tiene poco pelo. La zona baja del vientre, los codos y las orejas.
Señales para identificar la pioderma en un perro
- Pequeñas protuberancias rojas llamadas pápulas:
- Granos o puntos blancos
- Aumento del color rosado o enrojecimiento de la piel.
- Comedones o puntos negros
- Pelo que se levanta en los perros de pelo corto (parece urticaria)
- Alopecia, es decir, pérdida del cabello
- Escamas y costras de piel seca
- Áreas circulares con bordes escamosos
- Áreas ulceradas en la superficie de la piel.
- Hiperpigmentación, es decir, oscurecimiento de la piel
- Engrosamiento de la piel
- Picazón, especialmente si el perro también tiene alergias, esto incluye que el animal se rasque, lama, muerda, mastique, se arrastre o frote contra el suelo o las paredes
- Olor anormal en la piel
- Secreción de color amarillo rosado de la piel
Si tu perro presenta alguno de estos síntomas, es recomendable que recurras a un especialista para descartar una infección de este tipo.