En América Latina, esta transformación comenzó antes de lo que muchos creen, con una valiente mujer argentina que se convirtió en la primera en ejercer ese poder, dejando una huella imborrable en la lucha por la igualdad.
Según la página oficial del Gobierno de Argentina, en 1911, Julieta Lanteri logró inscribirse en el padrón electoral de la Ciudad de Buenos Aires y se convirtió en la primera mujer en emitir su voto en América Latina, participando en las elecciones municipales.
Este acto no fue sencillo, ya que en ese momento la legislación argentina no reconocía el voto femenino, y su inscripción y voto fueron producto de una interpretación innovadora de la ley por parte de sus abogados y de su propia tenacidad. Su gesto fue un claro desafío a las normas vigentes y un símbolo del incipiente movimiento sufragista argentino. Sin embargo, de forma formal el voto femenino se estableció en otra provincia de Argentina.
Mientras tanto, en el plano legislativo, algunas provincias comenzaron a avanzar hacia el reconocimiento del voto femenino. En San Juan, aunque con un proceso más lento que en otras provincias, el movimiento por los derechos políticos de las mujeres fue tomando fuerza durante las primeras décadas del siglo XX.
Fue recién en 1927 cuando la provincia de San Juan realizó reformas en su Constitución provincial que permitieron la participación política de las mujeres, inicialmente en ámbitos municipales y con ciertas restricciones. Esto abrió la puerta para que las mujeres sanjuaninas pudieran votar y ser candidatas en elecciones locales. Sin embargo, la aplicación efectiva del sufragio femenino en San Juan se concretó de manera más amplia a partir de la sanción de la Ley Nacional 13.010 en 1947, conocida como la Ley de Voto Femenino, que garantizó el sufragio universal para las mujeres en todo el país.