Por lo general, estos sedimentos son arrastrados por ríos provenientes de la cordillera e incluyen fragmentos de otras rocas originadas en distintas montañas. Examinar estos materiales permite reconstruir el paisaje del pasado y determinar qué zonas del relieve ya estaban elevadas. En este sentido, los sedimentos depositados durante el Paleógeno en esta área de los Andes brindan información crucial sobre una etapa aún poco explorada en la historia geológica de la cordillera.
“A partir de los estudios realizados en la zona de Divisadero Largo, determinamos que las rocas se formaron hace unos 65 millones de años y que, en ese entonces, la región donde hoy se ubica la ciudad de Mendoza estaba dominada por lagos poco profundos. En esos antiguos cuerpos de agua se han encontrado restos fósiles de tortugas, cocodrilos y boas, lo que indica un clima cálido y húmedo. No obstante, también identificamos cambios climáticos muy marcados: por encima de los niveles con fauna típica de ambientes húmedos, comienzan a aparecer capas de yeso, un mineral que se forma en condiciones cálidas pero áridas, con escasa humedad y dominadas por la evaporación”, explicó Lucas Lothari, becario doctoral del Conicet e integrante del Grupo de Tectónica del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla, Conicet-UNCuyo-Gobierno de Mza.) y primer autor del trabajo.
El Conicet usó imágenes satelitales
Según Lothari, el estudio comenzó con la revisión de información y trabajos previos sobre la zona. A partir de allí, se utilizaron imágenes satelitales para identificar los sitios adecuados para llevar a cabo las campañas de exploración.
Luego se realizaron tareas de campo que incluyeron la descripción de las rocas, la toma de muestras y diversas mediciones. “Para determinar la edad de las rocas, procesamos las muestras en Alemania y luego las analizamos en laboratorios de Estados Unidos. En este sentido, tanto el apoyo del Conicet como las colaboraciones internacionales fueron fundamentales para financiar el trabajo de campo y los análisis”, detalló el investigador.
La cordillera de Los Andes desde el espacio
La Cordillera de Los Andes se ve desde el espacio y su historia está llena de episodios interesantes. Imagen ilustrativa.
“Lo ocurrido durante el Paleógeno era hasta ahora poco comprendido. Este estudio representa una pieza clave en los esfuerzos por entender los procesos que dieron origen a las montañas. En cuanto a la evolución de los Andes, ya se contaba con certezas sobre lo que sucedió antes, en el Cretácico (hace aproximadamente 100 millones de años), y también sobre lo que ocurrió después, en el Oligoceno (alrededor de 30 millones de años atrás). En otras regiones de la Cordillera se había planteado la hipótesis de una ‘quietud tectónica’ durante el Paleógeno, es decir, un largo periodo sin movimientos significativos. Sin embargo, en la zona del Aconcagua se han encontrado evidencias que indicarían un crecimiento de la cordillera en ese lapso. Nuestro estudio, si bien no es concluyente, aporta datos que sugieren que el Paleógeno fue un periodo tectónicamente tranquilo”, comentó el científico.
Finalmente, Lothari destacó la relevancia de este tipo de investigaciones, ya que contribuyen a generar conocimiento sobre los procesos que tienen lugar en la Cordillera de los Andes: “Comprender la evolución de los Andes y los cambios paleoclimáticos asociados no solo nos permite conocer mejor nuestro territorio, sino también fortalecer las herramientas para anticipar procesos geológicos futuros. Este trabajo abre la puerta a nuevas investigaciones en una región clave de la cordillera”, dijo.