Renato Ruiz, del servicio militar a Malvinas
Para quienes vivieron el servicio militar desde adentro, las diferencias entre entonces y ahora son notables. Renato Ruiz, de 63 años, es mendocino por adopción y veterano de la Guerra de Malvinas. Su historia es la de muchos jóvenes que fueron llevados a la guerra sin estar preparados ni comprender del todo a dónde iban. Fue sorteado con el número 420 y le tocó servir en el Regimiento 3 de La Tablada.
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Renato Ruiz, soldado de Malvinas clase 62. Finalizaba el servicio militar y lo mandaron a Malvinas. "Que sea voluntario puede servirle a muchos chicos que buscan una salida laboral", dijo.
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"Yo creo que va a ir quien realmente quiera ir. Acá no van a obligar a nadie. Muchos jóvenes van a ir para probar, para ver cómo es estar en el Ejército. Por lo que escuché al vocero Adorni, la idea es esa: brindar una oportunidad. Y sí, servir va a servir", opina.
Ruiz es claro en su postura: "Los que andan en la droga, los que están en cualquiera, no van a ir. No les interesa la disciplina, no soportarían que alguien les diga qué hacer. Esa gente no está dispuesta a hacer un 'cuerpo a tierra' o a seguir una orden. No les importa nada, mucho menos una institución como esta. Por eso mismo, yo siempre estuve en contra del servicio militar obligatorio. A esa gente no se le puede dar un arma. Imaginate el desastre...".
El contraste con su propia experiencia es abismal. "Esto se parece a lo que ya se venía haciendo, solo que ahora ampliaron la edad. Para muchos chicos puede ser una salida laboral, una experiencia, incluso una puerta de entrada para después sumarse a la Policía de alguna provincia. Cada uno lo tomará como quiera, pero para mí, no está mal. Yo ya pasé por algo muy distinto. Perdí una pierna en Malvinas. Y te digo, esto no tiene nada que ver con lo que era antes".
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En Malvinas, Renato Ruiz perdió una pierna a los 19 años. No guarda rencor.
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Ruiz recuerda con detalle su paso por el Ejército. Le asignaron el parque automotor y conducía un camión Unimog 416, trasladando víveres. Tal vez influenciado por su padre camionero, ese rol no le resultó desagradable. En febrero de 1982, tras unas vacaciones, debía regresar al cuartel para completar la instrucción de la clase siguiente. El 2 de abril lo sorprendió con la recuperación de las islas. “Nos mandaron a Malvinas el 11 de abril. Íbamos sentados contra las ventanillas del avión, mirándonos sin poder creer que íbamos a la guerra. Solo llevábamos una chaqueta de gabardina”, relata.
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Renato, en el centro, días atrás, cuando un grupo de enfermeras veteranas de Malvinas visitaron Mendoza.
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La experiencia en las islas fue traumática. "Todo fue bombardeos. Sentía como si enfrente tuviese una pantalla gigante donde pasaban aviones ingleses arrojando bombas". El 9 de junio de 1982, cuando recogía turba para calentar la comida, pisó una mina. "Fue una explosión ensordecedora. Cuando me desperté y vi que me faltaba el pie, sentía que el dolor me quemaba. Me llevaron al hospital en Malvinas, luego a Comodoro Rivadavia y finalmente a Campo de Mayo".
La postura de Ruiz frente al nuevo servicio voluntario es clara: mientras sea por decisión propia y con fines formativos, puede ser una oportunidad real para muchos jóvenes.
“Es una salida para muchos jóvenes”
Ariel Rodríguez, de 54 años, también reflexiona desde la distancia temporal. En 1988, su padre logró que lo exceptuaran del servicio militar con una gestión poco ortodoxa: llevó un jamón a un militar y lo declararon "pie plano".
"Me parece bien esta propuesta del gobierno. Es una salida para muchos jóvenes que hoy están desamparados. Tendrán techo, comida, ropa, sueldo y herramientas. Si desean servir a la Patria, es una buena oportunidad".
Omar, Soldado Carrasco. Pasaron 20 años de su caso.
El soldado Carrasco. A partir de su muerte en el servicio militar obligatorio, se abolió en 1994.
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La abolición del servicio militar obligatorio ocurrió en 1994 con el Decreto 1530/94 del presidente Carlos Menem, luego del asesinato de Omar Carrasco, un conscripto de 18 años. Su muerte, inicialmente encubierta, fue el catalizador de un fuerte repudio social y marcó el fin de una era.
Pablo Di Carli, que también se libró del servicio, recuerda que en 2019, bajo la gestión de Mauricio Macri, Patricia Bullrich impulsó el “Servicio Cívico Voluntario en Valores” para jóvenes de 16 a 20 años. “Lo notable es que cada vez los convocan más grandes: en 2019 fue hasta los 20 años, en 2024 hasta los 24, y ahora hasta los 28 años. Me imagino que las Fuerzas Armadas deben estar necesitando gente. Que sea voluntario me parece bien”.
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Malvinas, 1982. Muchos soldados desconocían el uso de armas y no estuvieron preparados para la contienda.
Archivo UNO
Por ahora, el nuevo Servicio Militar Voluntario propone una vía alternativa, con formación, contención y valores. La voz de Renato Ruiz, herido de guerra y sobreviviente de un conflicto traumático, resuena: “Esto no tiene nada que ver con lo de antes. Y si sirve para que un chico encuentre su camino, bienvenido sea”.