Homicidio por placer es el agravante que pedirán los abogados de la familia de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado en Villa Gesell por un grupo de rugbiers que le dieron una golpiza fatal.
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La figura, que establece el Código Penal argentino en el inciso 4 del artículo 80, fue utilizada en otros casos emblemáticos de la historia argentina, incluso de la reciente.
El concepto fue utilizado el año pasado cuando Juan José Navarro Cádiz, alias "El Cebolla", y Juan José "El Gitano" Fernández fueron procesados con prisión preventiva por el "doble homicidio agravado por alevosía y por placer" por el doble homicidio del diputado Héctor Olivera y su asesor Miguel Yadón, cometido a metros del Congreso Nacional.
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Por otra parte, Gerardo Barzola fue condenado en 2015 a prisión perpetua por el "homicidio por placer" de Teresa Niz, cometido dos años antes en Córdoba, en un fallo que luego quedó confirmado por el Tribunal Supremo de Justicia de la provincia.
Según la justicia, la víctima fue violada, golpeada, quemada y tirada sobre la letrina del baño de su casa.
También se recurrió al agravante en el caso del "tirador serial" de Belgrano, en 2006. Sin embargo, en aquella causa, el acusado Martín Ríos fue absuelto por ser "inimputable".
El denominado "tirador serial de Belgrano" asesinó a Alfredo Marcenac y cometió varias tentativas de homicidio en cuatro ataques ocurridos entre 2005 y 2006: el ataque a un colectivo con dos heridos; a una confitería con una baleada; a un tren en movimiento; y los disparos en la avenida Cabildo donde murió Marcenac.
El 6 de julio del año 2006, alrededor de las 16.45, Ríos caminó por la vereda par de la avenida Cabildo al 1700 en dirección a la calle José Hernández -desde La Pampa-, extrajo de su cuerpo una pistola Bersa, modelo Thunder 380 super y disparó al menos 13 proyectiles en dirección a los ocasionales transeúntes.
Alfredo Marcenac fue alcanzado por balas que impactaron en su cráneo, tórax y abdomen, lo que provocó su deceso, mientras que otras seis personas resultaron heridas de bala.
La querella de los padres del estudiante de 18 años de Necochea, había pedido que Ríos fuera condenado a prisión perpetua por el delito de "homicidio agravado por placer en concurso real con el de portación ilegal de arma de guerra".
Sin embargo, en el primer debate el perito de parte de la defensa de Ríos, el psiquiatra mariano Castex afirmó sobre el imputado que "no distingue entre estar jugando con una PlayStation tirándole a los pajaritos y estar en la calle matando gente".
Mientras que en un segundo debate, cuatro psiquiatras y psicólogos del Cuerpo Médico Forense coincidieron en que "el tirador de Belgrano" padece un cuadro psicótico de esquizofrenia y que era "imposible" simular durante tantos años.
El Petiso Orejudo
Los especialistas suelen asociar la figura del "homicidio por placer" con personalidades perversas, y citan como ejemplo a Santos Godino, alias el Petiso Orejudo, un asesino serial de principios del siglo XX responsable de la muerte de cuatro niños, siete intentos de asesinato y el incendio de siete edificios.
María Rosa Face, de apenas 3 años, su primera víctima fatal
Según su confesión, la llevó a un terreno baldío en la calle Río de Janeiro, donde intentó estrangularla; como no lo logró, la enterró viva en una zanja, que cubrió con lo que encontró. Cuando fueron al lugar encontraron una casa construida, de dos plantas. En la comisaría había quedado registrada la desaparición de María Rosa, cuyos restos jamás fueron encontrados.
Su segunda víctima fue Arturo Laurora. El cadáver de este chico de 13 años fue descubierto el 26 de enero de 1912 y su desaparición había sido denunciada un día antes. Cayetano Santos Godino confesó, luego, la autoría del asesinato. Lo ahorcó.
El 7 de marzo de 1912, prendió fuego a una niña de 5 años que sufrió 16 días de agonía en el Hospital de Niños. Se trataba de Reyna Bonita Vaínicoff. Fue su tercera víctima.
El 3 de diciembre de de 1912 tuvo lugar el último crimen registrado del Petiso Orejudo. Su víctima fue Gesualdo Giordano, de 3 años, que vivía en la calle Progreso. Cayetano Santos salió de su casa de calle Urquiza. Se sumó a unos chicos que jugaban entre los que estaba Gesualdo y como su altura no se correspondía con su edad no levantó mayores sospechas.
Gesualdo cayó en el versito de "te voy a comprar caramelos" y se lo llevó hasta la Quinta Moreno, donde hoy funciona el Instituto Bernasconi. Intentó matarlo como era su modus operandi, con una soga al cuello (que usaba como cinturón) pero no pudo. Buscó otra cosa fuera de la quinta y se encontró con el padre de Gesualdo, a quien con toda frialdad le recomendó hacer la denuncia de la desaparición en la comisaría. Volvió con una tabla con un clavo de 10 cm y se la clavó en la sien a Gesualdo, que ya estaba moribundo, usando una piedra como martillo.
Esa misma noche asistió al velatorio de su propia víctima porque, según declararía luego, quería ver si Gesualdo tenía aún el clavo en la sien.
La madrugada del 4 de diciembre allanaron el hogar de los Godino y detuvieron a Cayetano Santos, cuando tenía apenas 16 años. En sus bolsillos hallaron un recorte del diario en el que se escribía del asesinato de Gesualdo y el resto del piolín con el que había ahorcado a su víctima.
Pasó hasta el último de sus días en la conocida como la "cárcel del fin del mundo", en Ushuaia, cuando falleció el 15 de noviembre de 1944.