La comunidad teatral de Mendoza está consternada por el fallecimiento repentino de un hombre que luchó siempre, en palabras de sus compañeros, “para que todos trabajáramos tranquilos”: David Blanco, de 57 años, delega

Desconsuelo y dolor por la ida de Blanco

Por UNO

David estaba trabajando en la Vendimia de San Martín conVilma Rúpolo y al regresar a su hogar, antenoche a las 4, sufrió un paro cardíaco al que no logró

sobrevivir.

A la hora de recordar al

Negro

Blanco hay un adjetivo unánime en los testimonios de sus

pares: luchador. Es que David relegó su profesión amada para dedicarse de lleno a las conquistas

relacionadas con los derechos laborales, pero también con la generación de espacios para el arte.

Ahora, su encomiable tarea queda en manos de sus pares y compañeros de vida. Les cedemos la

palabra.

Vilma Rúpolo fue una de las últimas personas que compartieron

la vida con David: "Estábamos haciendo el segundo ensayo general de la Vendimia de San Martín.

Cuando se iba me dio un abrazo que recuerdo muy fuerte, como presintiendo su despedida. Estoy muy

impactada. Fue un hombre imprescindible y luchador por los artistas. Se va a notar su ausencia en

lo afectivo pero también en lo profesional. Como compañera de él como presa política quiero

resaltar su declaración en el juicio, en la que fue ovacionado cuando explicó la función del arte

en al sociedad".

Mario Ruarte, quien se recupera de una operación de columna,

era uno de los amigos más cercanos de David y compañero de dirigencia, y relató: "Con David siempre

estuvimos en el mismo equipo de conducción. Era como un hermano para mí. Estaba muy nervioso por el

tema de los juicios y por los problemas de acuerdos salariales con el Gobierno, siempre luchó por

que tuviéramos un salario digno. Ayer justo vino a verme y al despedirse nos dimos un gran abrazo.

Era una persona incorruptible, siempre estaba buscándole trabajo a la gente. Es un hueco muy

difícil de llenar, vamos a seguir honrándolo en la lucha por generar espacios para la cultura".

También Mariú Carreras habló de su querido amigo: "El David ha sido y seguirá siendo un

hermano entrañable, un compañero de lucha. Comprometido hasta la médula con el arte y la

organización de los artistas, luchó hasta el final y alcanzó a declarar en los juicios. Fue un

hombre pacífico, honesto, consciente. Lo conocí cuando se organizó la Asociación de Actores y desde

entonces hemos luchado juntos. En sus años de cárcel estuvimos en contacto con su familia".

Gustavo Uano, representante del INT en Mendoza, también

recordó a su compañero y referente: "No es fácil hablar en este momento. Como a la mayoría de los

compañeros la noticia me dejó helado. David luchó incansablemente durante toda su vida y en el

último tiempo estaba íntegro, porque la vida le dio la posibilidad dar testimonio de los

padecimientos que sufrió en la cárcel. Personalmente me sentí muy respaldado por él, siempre apoyó

a los artistas jóvenes. Fue un militante coherente en sus luchas, que nunca abandonó. Por eso es un

ejemplo a seguir para los compañeros que estamos en la militancia. Es una pérdida invaluable". Y la

comunidad teatral podrá ver concretado uno de los reclamos incesantes de David: la ley de

reconocimiento al artista de Vendimia que, según contó Uano, "está muy cerca de salir".

OPINIÓN

"Un luchador limpio"

Por Ernesto Suárez

David era un tipazo. Lo conocí cuando tenía 30 años, él tenía

18 y en esa época ya era un luchador.

En los '70 anduvo conmigo por los barrios de Mendoza.

Hacíamos obras de teatro por la calle y militábamos, por eso la dictadura le cayó encima. Cuando yo

me fui al exilio, a él le tocó la cárcel.

Desde hace muchos años llevó a cabo una lucha incansable y

comprometida con sus compañeros, y lo hizo ad honórem.

Entre otras cosas luchó por que la Vendimia fuera

rejerarquizada.

Él fue un tipo que enfrentó las políticas de avasallamiento a

las cultura y reivindicó siempre a sus pares. Él trabajó conmigo hace mucho en la obra

El desperfecto

, en la que hizo un papel hermosísimo. En realidad descuidó

su trabajo de actor por su militancia pura.

Y hace muy poco dio su testimonio en los juicios por los

delitos de lesa humanidad. Su declaración fue desgarradora pero fundamental.

Lo más importante que debe ser exaltado es que fue un

sindicalista auténtico, de los que hoy hacen tanta falta en el país. Jamás metió la mano en ninguna

lata. Eso fue David Blanco. Un luchador limpio, que tal vez padeció un exceso de

pasión.