Un informe del pasado noviembre dice que el asesino confeso es una persona psicótica que además sufrió una esquizofrenia paranoide mientras llevaba a cabo la matanza y después.
La conclusión definitiva sobre el estado mental de Breivik, acusado de delitos de terrorismo y asesinato, la anunciará un panel de cinco jueces poco antes de que finalice el juicio, que comenzará la semana que viene y durará diez semanas, previsiblemente.
Breivik, de 33 años de edad, admitió que fue él quien detonó la bomba que causó la muerte de ocho personas en unas oficinas gubernamentales en Oslo y quien luego mató a tiros a 69 personas en un campamento de verano del Partido Laborista. La mayoría de esas 69 víctimas eran adolescentes.
Durante una vista judicial, Breivik negó su responsabilidad penal y sugirió que sus acciones formaban parte de una guerra para salvar la cultura europea. Si lo declaran culpable y los jueces se atienen a la última evaluación psiquiátrica, podrían sentenciarlo a 21 años de cárcel con la posibilidad de ampliar la condena indefinidamente para evitar que vuelva a matar.
Si se determina que sufrió una psicosis, probablemente se ordenará su ingreso en un centro psiquiátrico para un periodo de tiempo indefinido. Sus abogados han dicho que su objetivo prioritario en el juicio será demostrar la cordura de su cliente.