La última pesadilla de Shiva empezó en diciembre de 2009 cuando fue detenida mientras sedirigía al funeral del gran ayatolá Hossein Ali Montazeri, un defensor de los derechos humanos, enespecial de los de ellas, en Irán. Un hombre que, a pesar de haber participado de la revoluciónislámica de 1979, en las últimas décadas dejó de caerle bien al gobierno de Teherán por susproclamas pro-justicia e igualdad, según reflejó el diario Clarín en una nota firmada por Maria Arce. Entonces, la acusaron de cometer moharebeh(enemistarse con Dios) por sus publicaciones a favor de presos políticos, detenidos ilegales ypersonas que han sufrido torturas y vejaciones en Irán. El castigo por ese crimen podía llegarhasta la pena de muerte. Sin embargo, y tras una intensa campaña internacional impulsada por Amnesty Internacional yReporteros Sin Fronteras, la Justicia iraní decidió revisar el caso y una corte de Apelaciones leredujo la condena. La nueva condena obligará a Shiva a permanecer tras las rejas durante 4 años en una prisiónde la ciudad de Karaj. No será la primera vez. Fue detenida en varias ocasiones por el régimeniraní. Estuvo asilada completamente durante 33 días, pasó semanas en celdas que parecían "cajas dezapatos" y hasta le impidieron comunicarse con su familia y sus abogados durante una de lasdetenciones. La primera vez que esta activista por los derechos humanos estuvo presa tenía sólo 18 años.Era el 11 de septiembre de 2002 mientras curioseaba en las librearías cercanas a la Universidad deTeherán. Estuvo presa 23 días. En 2004, Shiva volvió a caer. Estaba frente a una oficina de Naciones Unidas exigiendo que laONU interviniera a favor de los presos políticos. Un año antes, se había transformado en uno de losmiembros del Comité de Periodistas de Derechos Humanos (CHRR, sus siglas en inglés) en su país. Yempezó a escribir. Se recibió de periodista y se transformó en su vocera. Una combinación explosivapara Teherán que la acusó y condenó por "perturbar el orden público a través de sus artículos en lapágina de Internet del CHRR y otros sitios y de actuar en contra de la seguridad nacional alparticipar en manifestaciones antigubernamentales". Nacida el 10 de junio de 1984, Shiva fue siempre una estudiante brillante. Se recibió deingeniera civil en la Universidad islámica de Azad. Desde que asumió el poder en 2005, el gobiernode Mahmoud Ahmadinejad la marcó entre los que, a su criterio, consideraba que tenía asuntospendientes con el Ministerio de Inteligencia de su país por ser "políticamente activos". A esta bella mujer las autoridades iraníes le habían advertido que si viajaba al funeral delgran ayatolá corría riesgo de ser detenida. Shiva había dejado la cárcel apenas tres meses antespor participar de marchas a favor de los derechos humanos. Cualquier traspié la llevaría de nuevo aprisión. Se lo dijeron y cumplieron. El 12 de septiembre pasado, tras la campaña internacional, ledieron la pusieron una fianza de 500.000 dólares para permanecer en libertad hasta tanto laJusticia iraní se expidiera sobre su caso. En ese entonces, Clarín.com se comunicó con ella, peroShiva se excusó de hablar. Las autoridades de su país se lo habían prohibido. A pesar de haberhecho "buena letra", ahora deberá pasar los próximos 4 años encerrada. Atrás quedará su trabajo como fundadora de la Sociedad de Mujeres Tara, una ong que intentaproteger los derechos de las mujeres en Irán y evitar la explotación de menores. La presión internacional doblegó la discrecionalidad de la Sección 26 del TribunalRevolucionario de Teherán que cambió de parecer y desistió de creer que las publicaciones de Shivaeran tan graves como para ser consideradas un acto de "enemistad contra Dios" y que debía pagar esa"ofensa" con su vida. Pero para que no se le olvide le escribieron la sentencia en la piel con 75latigazos.