La iraní Shiva Nazar Ahari cometió el "crimen" de ser opositora al régimen. Se salvó de ser asesinada por el Estado por la fuerte presión internacional.

75 latigazos y cárcel para esta bloggera

Por UNO

La blogerra iraní Shiva Nazar Ahari fue condenada a recibir 75 latigazos y a permanecer 4 años enla cárcel por el "crimen" de tener un blog en el que escribía a favor de los presos políticos en

Irán.

La última pesadilla de Shiva empezó en diciembre de 2009 cuando fue detenida mientras se

dirigía al funeral del gran ayatolá Hossein Ali Montazeri, un defensor de los derechos humanos, en

especial de los de ellas, en Irán. Un hombre que, a pesar de haber participado de la revolución

islámica de 1979, en las últimas décadas dejó de caerle bien al gobierno de Teherán por sus

proclamas pro-justicia e igualdad, según reflejó el diario

Clarín en una nota firmada por Maria Arce. Entonces, la acusaron de cometer moharebeh

(enemistarse con Dios) por sus publicaciones a favor de presos políticos, detenidos ilegales y

personas que han sufrido torturas y vejaciones en Irán. El castigo por ese crimen podía llegar

hasta la pena de muerte.

Sin embargo, y tras una intensa campaña internacional impulsada por Amnesty Internacional y

Reporteros Sin Fronteras, la Justicia iraní decidió revisar el caso y una corte de Apelaciones le

redujo la condena.

La nueva condena obligará a Shiva a permanecer tras las rejas durante 4 años en una prisión

de la ciudad de Karaj. No será la primera vez. Fue detenida en varias ocasiones por el régimen

iraní. Estuvo asilada completamente durante 33 días, pasó semanas en celdas que parecían "cajas de

zapatos" y hasta le impidieron comunicarse con su familia y sus abogados durante una de las

detenciones.

La primera vez que esta activista por los derechos humanos estuvo presa tenía sólo 18 años.

Era el 11 de septiembre de 2002 mientras curioseaba en las librearías cercanas a la Universidad de

Teherán. Estuvo presa 23 días.

En 2004, Shiva volvió a caer. Estaba frente a una oficina de Naciones Unidas exigiendo que la

ONU interviniera a favor de los presos políticos. Un año antes, se había transformado en uno de los

miembros del Comité de Periodistas de Derechos Humanos (CHRR, sus siglas en inglés) en su país. Y

empezó a escribir. Se recibió de periodista y se transformó en su vocera. Una combinación explosiva

para Teherán que la acusó y condenó por "perturbar el orden público a través de sus artículos en la

página de Internet del CHRR y otros sitios y de actuar en contra de la seguridad nacional al

participar en manifestaciones antigubernamentales".

Nacida el 10 de junio de 1984, Shiva fue siempre una estudiante brillante. Se recibió de

ingeniera civil en la Universidad islámica de Azad. Desde que asumió el poder en 2005, el gobierno

de Mahmoud Ahmadinejad la marcó entre los que, a su criterio, consideraba que tenía asuntos

pendientes con el Ministerio de Inteligencia de su país por ser "políticamente activos".

A esta bella mujer las autoridades iraníes le habían advertido que si viajaba al funeral del

gran ayatolá corría riesgo de ser detenida. Shiva había dejado la cárcel apenas tres meses antes

por participar de marchas a favor de los derechos humanos. Cualquier traspié la llevaría de nuevo a

prisión. Se lo dijeron y cumplieron. El 12 de septiembre pasado, tras la campaña internacional, le

dieron la pusieron una fianza de 500.000 dólares para permanecer en libertad hasta tanto la

Justicia iraní se expidiera sobre su caso. En ese entonces, Clarín.com se comunicó con ella, pero

Shiva se excusó de hablar. Las autoridades de su país se lo habían prohibido. A pesar de haber

hecho "buena letra", ahora deberá pasar los próximos 4 años encerrada.

Atrás quedará su trabajo como fundadora de la Sociedad de Mujeres Tara, una ong que intenta

proteger los derechos de las mujeres en Irán y evitar la explotación de menores.

La presión internacional doblegó la discrecionalidad de la Sección 26 del Tribunal

Revolucionario de Teherán que cambió de parecer y desistió de creer que las publicaciones de Shiva

eran tan graves como para ser consideradas un acto de "enemistad contra Dios" y que debía pagar esa

"ofensa" con su vida. Pero para que no se le olvide le escribieron la sentencia en la piel con 75

latigazos.