Sherrie Duggan, una mujer británica, contempla el suicidio después de sufrir un trastorno incapacitante que la hace vomitar 15 veces por hora. Su caso desconcertó a los médicos cuando empezó a sentirse constantemente enferma. Describe su enfermedad como "un monstruo del infierno" y señala que está vomitando constantemente y sufriendo dolores agónicos de estómago.
Tras meses de análisis, a Sherrie, de Birmingham, le fue diagnosticado un Síndrome de Vómito Cíclico, una enfermedad que solo un puñado de personas comparten con ella en Reino Unido, informa el diario británico Mirror.
"Todo comenzó con proyección de vómitos y un dolor punzante de estómago una noche en agosto de 2014", recuerda. "El poder de la náusea me dejó paralizada en el suelo de mi habitación".
"Pensé que sólo tenía un mal dolor de estómago, así que no fui al médico. Soy diabética insulino-dependiente, por lo que mi principal preocupación era conseguir suficiente azúcar ", explica Sherrie.
Después de estar paralizada por la enfermedad durante una quincena, la mujer, de 35 años, empezó a darse cuenta de que algo iba realmente mal. Y cuando sufrió un tercer ataque desgarrador que la dejó en coma diabético, fue trasladada de urgencia al hospital. Pasaron 48 horas hasta que despertó en la UCI. Los vómitos continuos la habían dejado deshidratada y con acidosis, un estado en el que la sangre se vuelve cada vez más ácida.
"Mientras permanecí sedada, hidratada y tratada con morfina, sabía en el fondo que no era una enfermedad normal", admite. "Fue un cambio en mi vida". Seis días después, le dieron el alta pero sin haber descubierto qué causaba su enfermedad. No dejó de sufrir ataques que podían durar desde 48 horas hasta cinco días.
Los violentos episodios dejaron una enorme huella en Sherrie tanto física como mental. Físicamente ha perdido muchísimo peso y ha hecho que algunos médicos creyeran que tenía un desorden alimentario. Mentalmente, ha tenido que dejar su trabajo y su relación y confiera que algunas veces se siente tan atrapada y exhausta que ha considerado el suicidio porque "solo quiero que esto pare". Ha tenido que ser hospitalizada diez veces.
Cuando finalmente se le diagnosticó el Síndrome de Vómito Cíclico, fue un momento agridulce "porque no hay cura para el SVC". Finalmente, 18 meses después, Sherrie ha podido controlar los ataques con un cocktail de medicamentos y no ha tenido recaídas en cuatro meses. Ha podido ganar algo de peso y lleva una dieta sencilla. "Cada día me siento en una prisión. Tengo dolor crónico, náuseas y fatiga. Te lo quita todo y a veces me siento muy enfadada. Solía ser una persona vital y sociable y adoraba mi trabajo. Me ha quitado mi relación, mi trabajo y me he perdido eventos familiares".
Sherrie se siente más esperanzada después de unirse a un grupo nacional de apoyo ya que al fin ha encontrado a otros con los que comparte los mismos síntomas.