Por Gustavo De [email protected]
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Virginia Adela Suárez, Edesio Villegas, Daniel Moyano y Jorge Vargas están desaparecidos desde 1976. Los tres primeros tienen muchos puntos en común. Eran estudiantes de la Escuela Superior de Periodismo y militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Eran jóvenes. Virginia y Jorge tenían 22 años y Edesio 29. Vargas era abogado y tenía 34 años. Las historias de estos muchachos acaban de sumar, esta semana, otro punto en común: sus desapariciones empiezan a tener explicación. Y también responsables. A los cuatro los vieron en centros clandestinos de detención. A Suárez la vieron en el campo Las Lajas, de la Fuerza Aérea, y a Moyano, Villegas y Vargas en el D2, de la Policía de Mendoza.
Valientes y conmovedores testimonios de tres mujeres comprometidas y solidarias fueron los que esta semana revelaron en el Megajuicio por delitos de lesa humanidad cuál fue seguramente el último destino de Suárez, Villegas, Moyano y Vargas. Las tres testigos tuvieron el enorme coraje de sentarse frente al Tribunal Oral Federal y relatar hechos muy dolorosos, difíciles de contar pero sumamente importantes para tratar de reconstruir historias que ayudan a llegar a la verdad y a la reparación. Y por raro que suene, a que aparezcan los desaparecidos.
Vivian Gladys Acquaviva, hermana de Raúl –militante del PRT, secuestrado en mayo de 1976–, un día de octubre de ese año fue raptada y llevada a un lugar que años después pudo identificar como el Campo Las Lajas. Esa noche que la secuestraron vio con vida y en muy mal estado a Virginia Suárez –la conocía porque alguna vez visitó su casa–, detenida ilegalmente 5 meses antes.
Silvia Schvartzman, secuestrada en mayo de 1976, no tenía militancia política. Pasó por el D2 y allí, en una de las oportunidades que la sacaron al baño pudo ver el cadáver de un hombre bajo, con saco y camisa, atado de manos y pies. Por las fechas y la descripción física todo indica que se trata del abogado sanjuanino Jorge Vargas.
Edith Arito, estudiante de trabajo social y militante barrial, también estuvo en el D2. Allí vio a dos “desaparecidos”: Daniel Moyano y Edesio Villegas. El primero le dijo él mismo su nombre y al segundo lo identificó porque por su nombre lo llamaban los verdugos. A los dos los vio muy maltrechos, al borde de la muerte.
Vivian, Silvia y Edith la pasaron muy mal en sus detenciones y secuestros y no se repetirán aquí sus padecimientos. Hicieron un gran esfuerzo para dar su testimonio. En realidad todos lo hacen. Pero la elección de ellas tres para esta nota obedece a la importancia de haber recuperado cuatro historias de desaparecidos en Mendoza. Desaparecidos que de alguna manera hoy están presentes.