En Guaymallén atiende desde hace 12 años un muchacho que, siguiendo los pasos de su padre, combina creatividad con simpatía para sus clientes

Un zapatero por herencia, decisión y habilidad propia

Por UNO

Cada vez hay más zapatos y menos zapateros. Quizás por eso Leonardo Luna (28) esté tan rebasado de trabajo y da a conocer su historia y los pormenores de su oficio sin despegarse ni un instante de la máquina de coser, el pegamento y la cuerina, a la vez que alterna su labor entre una decena de clientas que desfilan por el pequeño taller que heredó de su padre.

Jorgito le dicen las exigentes señoras después de ingresar por la puerta vidriada para proponerle al habilidoso muchacho arreglos que requieren también de una buena cuota de creatividad y paciencia. “La mayoría piensa que me llamo Jorge por el cartel que cuelga en la entrada, pero ese es el nombre de mi viejo, el fundador del local”, explica el joven artesano, que todo lo que sabe se lo debe precisamente a Jorge.

En Guaymallén, en la calle Echeverría 4 616 , funciona la emblemática zapatería que atiende desde hace 12 años y que fue inaugurada hace 28, poco tiempo después de que él naciera. El taller aún se mantiene en pie a pesar de que en el mismo perímetro había hace algunos años cuatro locales dedicados al rubro que cerraron sus puertas.

“Creo que el secreto para sobrevivir del oficio es el trato con la gente y la responsabilidad que asumo en cada encargo”, explica Leonardo, quien se considera muy detallista y obsesivo por ver el resultado final de un arreglo sin marcas que permitan diferenciar la entrega con un zapato recién comprado. El resto del secreto consiste en hacer sentir especiales a sus clientes, principalmente a la larga cola de féminas que recurren a diario pidiendo su auxilio.

Mientras trabaja como hormiga conquista con halagos, sonrisas y simpatías a las mujeres que no dudan en regresar con nuevas carteras, botas, camperas, valijas, etcétera.

"El oficio de zapatero es como hacer manualidades todo el día, mi trabajo consiste en reparar cosas y me doy maña con eso. Me suelen traer prendas que cualquier hombre arreglaría en la casa, pero hay gente que prefiere que lo haga otro", comenta entusiasmado cortando una suela.