La Heladera Solidaria que funciona en la vereda del Instituto Arrayanes resultó una idea que no solo funciona para el caso de los indigentes, sino que también se acerca mucha gente sin trabajo, muchos de ellos caminan kilómetros para llegar y poder probar un alimento.
Silvia, su esposo y sus tres hijos llegan sigilosos y hasta con pudor, a la vereda donde está la Heladera Solidaria. "Hablo pero no me saques fotos", advierte antes que el fotógrafo de Diario UNO le apunte con su cámara.
Y es que, al igual que muchos, ella no se encuentra en situación de calle, sino que momentáneamente se quedó sin trabajo. "Venimos acá porque mi marido y yo no tenemos empleo y hay que darles de comer a tres chicos", explica la mujer.
"Tengo el secundario terminado y mi marido también, pero no conseguimos nada. Él hace changas, pero no alcanza. Por suerte está esta idea nueva que nos ayuda a pasar el mal momento", agrega.
Rául es la primera vez que va en busca de comida a Arrayanes, y tampoco quiere fotos. "Todo bien pero no quiero aparecer en el diario. Trabajo en la construcción, me enteré de que existía esta propuesta y vine porque la verdad es que ahora no alcanza la plata".
También hay personas que viajan desde comunas más alejadas a buscar comida.
"Tenemos el caso de una señora mayor, de unos 70 años, que se viene temprano desde Luján caminando. A veces tienen que esperar a que lleguen los alimentos y también muchos pasan y preguntan a qué hora habrá comida en la heladera", comenta Juan Pablo Cantó, el estudiante recepcionista del turno mañana de Arrayanes, que se le nota comprometido con esta tarea solidaria.
"Queremos que se sumen los mendocinos para poder dar de comer, algo tan básico como eso, como comer. Muchos no pueden y eso duele", cierra.