Distinguido por la UNCuyo

Por UNO

Con los bríos del Quijote pero con una espada más poderosa que la del antihéroe de Cervantes, la de la Justicia, el ex juez español Baltasar Garzón transitó los cielos de la fama mundial, arrestando al ex dictador chileno Augusto Pinochet, investigando las violaciones a los derechos humanos del franquismo, metiendo presos y juzgando a represores argentinos por los españoles desaparecidos en los años de plomo, combatiendo la corrupción en su propio país y haciendo justicia en cada rincón de este mundo, allí donde la injusticia lo llamara.Este ex juez, este hombre, este personaje, pisará Mendoza el martes próximo para recibir el reconocimiento de la Universidad Nacional de Cuyo, que le entregará su máxima distinción, el Doctorado Honoris y Causa por su aporte a las Ciencias Sociales.

Claro está, semejante protagonismo tuvo su precio para Garzón. Precio que debió pagar en su propia tierra con el peor de los castigos: de los cielos que surcó casi intocable, cayó a los infiernos de la destitución y el escarnio público.

El reproche al ex juez fue que violó las garantías del derecho de defensa al haber grabado las conversaciones autoincriminatorias entre los acusados de una red de corrupción y sus abogados defensores, que Garzón investigaba y que utilizó como pruebas para llevarlos a proceso.

Por esto, en febrero pasado el Tribunal Supremo de España sentó a Garzón en el banquillo y lo expulsó de la Justicia ibérica por 11 años, quitándole todos los honores y condenándolo a ser un hombre común.

Pero como Garzón no tiene nada de común, sin la chapa pero con la fama, se lanzó a otra quijotada y asumió la defensa del enemigo público número uno del planeta: Julian Assange (hoy refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres), el ignoto australiano, creador de la red Wikileaks, quien destapó los archivos secretos de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos y de medio mundo para ponerlos a la vista de todos los mortales por internet.Mortales anónimos de carne y hueso como alguna vez lo fue Garzón, que antes de ser abogado fue albañil, mozo y empleado de una estación de servicio y que desde su lugar de juez combatió al terrorismo de los vascos y también a la guerra sucia del Estado contra ese terrorismo que asoló España.

Ese es el hombre que el martes será reconocido con la máxima distinción que otorga la UNCuyo.