Es el barrio con más mística. Quizás el más nombrado, el lugar donde se han tejido más historias, algunas ciertas y otras no. "Yo soy del San Pedro", dice el nativo o el que vivió un tiempo allí, y con eso pretende definir claramente su sentido de pertenencia.
El barrio San Pedro, de San Martín, famoso por sus manzanas hexagonales, cumple 45 años de su fundación.
El domingo, desde el mediodía y hasta que caiga la noche, habrá un festival continuo en el centro comercial de la barriada.
Todavía hoy cada familia tiene una historia para contar de cómo llegó allí. El proyecto fue financiado por el Banco Hipotecario y, entre vaivenes económicos del país y ajustes de precios, cada quien tuvo que adoptarse, ajustarse y esforzarse para cancelar su casa.
El barrio fue diseñado por el mismo estudio de arquitectura que tuvo a su cargo el proyecto y posteriores modernizaciones del estadio Monumental de Núñez y que más recientemente construyó la embajada argentina en Brasilia. Fue pensado para que los 8.000 habitantes pudieran prescindir del mundo exterior si le venía en gana.
Son seis hexágonos regulares y otras 15 áreas que cubren el resto de la superficie del panal. Allí, en 10 hectáreas de lo que fuera la finca San Pedro, tierras que pertenecieron originalmente a los Von Der Heyde, se construyó entre 1970 y 1973 lo que fue uno de los barrios más grandes de Mendoza.
El proyecto y la ejecución del mismo pertenece al estudio de arquitectos Aslan y Ezcurra y Asociados (Zabala 1901, Buenos Aires) que, junto con un equipo de urbanistas encabezado por José Bacigalupo, desarrolló la idea para presentarla al Banco Hipotecario y la construcción estuvo a cargo de Petersen, Thiele y Cruz. La misma sociedad entre el estudio Aslan y Ezcurra y la constructora fue la que proyectó y ejecutó las pistas y la primera hostería de Penitentes.
Hoy, en tiempos de amargos fondos presupuestarios para la construcción de nuevos barrios, es inimaginable que alguna vez se diseñó un complejo habitacional que tenía incluidos desde su origen registro civil, centro de salud, destacamento policial, gimnasio cubierto, polideportivo, correo, banco, escuela, iglesia, centro comercial, red y planta de tratamiento de líquidos cloacales, planta de provisión de agua potable, plaza y decenas de pequeñas plazoletas que oxigenen la Barriada.
Eso es el San Pedro, orgullo de sus pobladores, pese a que el olvido en su mantenimiento intenta vencer, todavía sin demasiado éxito, el noble diseño y la calidad de su construcción.
Tres oleadas de familias bien diferenciadas fueron las que ocuparon las 1.219 viviendas del San Pedro, construido por el Plan Viviendas Económicas Argentinas (Plan VEA), del Banco Hipotecario. Los que ingresaron en la primera etapa fueron profesionales jóvenes, luego siguieron familias rurales y finalmente llegaron las provenientes de los suburbios de San Martín, Junín y Rivadavia.
Los hijos de esas parejas fueron inscriptos en el Registro Civil del barrio, fueron bautizados en su iglesia, cursaron la primaria en la escuela Martín Fierro, hicieron deportes en el gimnasio y en el polideportivo y crecieron jugando con los hijos de los vecinos en las plazoletas y las rotondas internas de los hexágonos.
Recién cuando llegaron a la primera adolescencia debieron salir de allí para ir al colegio secundario y, aún así, el colectivo que pasaba por las calles internas los dejaba en la puerta del establecimiento educativo.
Hoy, esos primeros niños nacidos en el San Pedro, son hombres de más de 35.
Muchos viven allí y otros tantos se han mudado a otros barrios menos pintorescos pero, cuando se les pregunta de donde son, todavía dicen "del San Pedro", con el mismo orgullo con el que podrían decirse uruguayos o japoneses.
Leyendas y mitos de la singular barriada
Pese a ser un barrio joven, en el San Pedro han florecido los mitos y las leyendas, quizá porque su geografía ayuda a que esto ocurra y varias de ellas están referidas a su gestación.
Hay dos versiones sobre quién desarrolló el intrincado diseño. Una dice que fue una estudiante de arquitectura que presentó al San Pedro como tesis final. La otra sostiene que fue una arquitecta joven que vendió la idea y, antes de verlo construido y de poder replicarlo en Estados Unidos, falleció. Ninguna de ellas es cierta.
"Quizá la leyenda de la arquitecta podría tener origen en Alicia Mainero, que colaboró con Bacigalupo y sus socios, trabajó mucho en el proyecto del barrio y falleció siendo muy joven", dijo la arquitecta Marta Aslan, socia del estudio e hija de José Aslan (1909-1981), uno de sus fundadores.
El arquitecto Jorge Aslan, recordó que "el proyecto fue un trabajo de todo el equipo" y también desarticuló la tercera leyenda del San Pedro: "No hicimos otro barrio como ese. Es posible que haya alguno semejante en el mundo porque los hexágonos no son un invento nuestro pero difícilmente sea idéntico, salvo que alguien haya copiado el diseño". Los vecinos del barrio han pasado años sosteniendo que había otro igual construido en alguna parte del mundo.
Se buscaba integrar al vecindario
El proyecto presentado por el estudio Aslan y Ezcurra al Banco Hipotecario fue en 1970 muy avanzado e integral. En la "caracterización del proyecto", se escribió en ese momento: "Todas las unidades producidas deben lograr el objetivo declarado de "propender a la mayor integración social".
La idea fue "desarrollar una unidad urbanística integral, equipada con los elementos comunitarios básicos sin los cuales los conjuntos de viviendas constituyen amontonamientos amorfos, desarticulados y decadentes".
La diagramación hexagonal del barrio fue para "neutralizar al máximo la monotonía y la despersonalización".