La conexión entre perros y humanos va más allá de la convivencia diaria. Un estudio liderado por Eleanor Raffan descubrió que los labradores retrievers y los humanos comparten los cinco principales genes que aumentan el riesgo de aumento de peso. Esta investigación analizó muestras de ADN de saliva canina durante más de diez años.
Los resultados sorprenden no solo por la coincidencia genética, sino por las implicaciones que tienen para entender mejor los mecanismos cerebrales que regulan el hambre y la saciedad. Según los investigadores, tanto perros como humanos evolucionaron para enfrentar ciclos de abundancia y escasez de alimentos, desarrollando sistemas biológicos que impulsan el apetito y almacenan energía en forma de grasa.
El gen DENND1B y su impacto en el control del peso
Los científicos identificaron que el gen DENND1B juega un papel crucial en la regulación del peso corporal. Los labradores que portaban la versión problemática de este gen presentaron aproximadamente un 8% más de grasa corporal, mientras que en humanos el efecto es más sutil pero igualmente presente.
La investigación reveló que el DENND1B tiene una función previamente desconocida en la regulación cerebral del peso corporal. Este gen se produce junto con los receptores de melanocortina en el cerebro y altera su señalización, afectando directamente los mecanismos que controlan el apetito tanto en perros como en personas.
La leptina, hormona producida por las células grasas, actúa en el cerebro activando los "receptores de melanocortina" para reducir el hambre y aumentar el uso de energía. Este sistema impulsa la ingesta de alimentos en momentos de hambruna y la reduce cuando el cuerpo tiene buenas reservas energéticas, explicando así por qué algunos humanos tienen mayor dificultad para controlar su peso.
La facilidad para identificar genes causantes de rasgos específicos en perros se debe a la naturaleza altamente selectiva de la crianza canina. Esta característica convierte a los canes en excelentes modelos para estudiar enfermedades humanas complejas como la obesidad.
Los labradores del estudio fueron clasificados según su riesgo genético de obesidad, relacionándolo con su apetito, niveles de actividad y el grado en que sus dueños limitaban su alimentación. Los resultados mostraron que el riesgo genético se debía principalmente a un mayor apetito.
Genética y comportamiento: implicaciones para perros y humanos
Los perros con bajo riesgo genético en el estudio se mantuvieron delgados o solo ligeramente con sobrepeso, incluso cuando sus dueños no prestaban mucha atención a la regulación de su dieta y ejercicio. Por el contrario, los labradores con alto riesgo genético requerían una vigilancia constante para evitar el aumento de peso.
La misma realidad se observa en las personas. Quienes tienen genes que los predisponen a la obesidad manifiestan mayores apetitos, lo que dificulta resistir la sobrealimentación. Los humanos delgados no son moralmente superiores, simplemente no necesitan ejercer tanta fuerza de voluntad para mantener un peso saludable.
Un hallazgo interesante fue que los perros guía incluidos en el estudio presentaron un mayor riesgo genético que los labradores mascota. Esto sugiere que la "voracidad" podría haberse convertido en una característica genética de esta raza precisamente porque facilita su entrenamiento, ya que harán cualquier cosa por una golosina.
Los investigadores advierten contra intentar eliminar estos genes de obesidad. La predisposición a una mayor ingesta alimentaria tiene ventajas evolutivas y prácticas, como la facilidad de entrenamiento en los perros de servicio, que responden con entusiasmo a las recompensas alimenticias.
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