Nostalgia

El producto argentino que murió olvidado en los recuerdos de la infancia

Argentina es reconocida por su amplia gama de marcas, sobre todo en productos como golosinas. Sin embargo, el mercado cambió y muchos solo viven en la memoria

Si creciste en Argentina entre los años 20 y 2000, probablemente tengas un recuerdo imborrable de ciertos productos que hoy ya no se consiguen, pero que alguna vez fueron íconos en las góndolas y recreos. Muchos de estos snacks fueron furor en su momento y, por razones de mercado, fueron discontinuados.

Algunos productos eran innovadores, otras simplemente deliciosas, y todas compartían un rasgo común: eran parte esencial de la infancia argentina. Sin embargo, hoy solo sobreviven en el recuerdo nostálgico de quienes las disfrutaron.

El producto preferido de los argentinos que dejó de fabricarse

Los argentinos somos dulceros en su mayoría y quienes han crecido consumiendo golosinas durante su infancia, seguro recordarán algunas que ya no suelen verse en ningún kiosco o supermercado. Entre los más recordados se encuentran:

Chupetín “Pito Pito”: el silbato comestible

Productos argentinos que dejaron de fabricarse
Las golosinas que marcaron la infancia de los argentinos en orden de aparición

Las golosinas que marcaron la infancia de los argentinos en orden de aparición

Uno de los más recordados por su originalidad fue el “Pito Pito”, un chupetín frutal con forma de silbato. No solo era una golosina, sino también un pequeño juguete que se podía hacer sonar antes de comerlo. Su envase colorido y su diseño divertido lo convirtieron en un clásico de los recreos escolares.

Chocolate Sapito: pequeño en tamaño, gigante de sabor

El Sapito era un chocolatín con forma de rana que combinaba chocolate con un relleno suave y adictivo. Venía en un envoltorio de diferentes colores con una simpática caricatura de un sapo. Fue un ícono de los kioscos, especialmente en los ‘90, pero con el tiempo desapareció.

Papel comestible Candy Art

Productos argentinos que dejaron de fabricarse (1)

Otra rareza que dejó huella fue el Candy Art, un papel comestible que venía en láminas de colores y una salsa. La idea era “dibujar” sobre ellas, y luego comerlas. Aunque hoy puede parecer extraño, era una revolución sensorial para cualquier niño de aquella época, ya que muchos al menos intentamos comer papel. Su textura crujiente y sabor dulce lo hacían tan divertido como sabroso.

Chupetín Push Posh triple

El Push Posh triple fue una evolución del clásico chupetín, pero en versión “sorpresa de sabores”. Consistía en un tubo plástico que contenía tres chupetines apilados de distintos sabores. Se empujaban desde abajo y se comían triples. Aunque innovador, también fue discontinuado, dejando una estela de nostalgia entre quienes lo conocieron.

La mayoría de estos productos fueron víctimas del paso del tiempo, los cambios en los hábitos de consumo, la globalización de marcas y las crisis económicas que afectaron a muchas fábricas nacionales. Algunos no pudieron competir con las grandes multinacionales, y otros simplemente dejaron de fabricarse.

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