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Experto enólogo. El inmigrante italiano Luis Tirasso demostró en San Rafael sus conocimientos de la vid. Su vida en estas tierras. 

Historia de Tirasso, el de los grandes vinos

María Elena Izuel

Especial/UNO San Rafael

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Don Luis Tirasso nació en Conegliano, Ligure, provincia de Génova, alrededor de 1860. Posiblemente fue el primer enotécnico egresado de la Escuela de Conegliano, Véneto, que llegó a Mendoza. Fue llamado cariñosamente por los enólogos de la época “el papá de los enólogos italianos”.

En 1882 arribó a Mendoza y en 1891 fundó un pequeño establecimiento vitivinícola, en Guaymallén, en una breve sociedad con don Carlos Kalles, a la que llamaron Bodega Santa Ana.

Con el tiempo esta bodega llegó a ser una de las más afamadas y notables de la época, no sólo en Mendoza sino en todo el continente americano. Contaba con cómodas instalaciones y estaba construida con materiales de primera clase. La maquinaria era muy moderna.

El establecimiento de Luis Tirasso no fue famoso por la cantidad de vino que elaboraba, sino por la calidad de los productos, ya que don Luis poseía un conocimiento muy profundo de la vid, lo que se traducía en un buen trabajo de elaboración. Sus productos podían compararse con los mejores vinos europeos.

Tirasso se consagró fabricando productos de calidad e impuso artículos embotellados, fabricados a conciencia y con el más riguroso tecnicismo. Aparte de hacer confeccionar toneles de roble, había hecho construir piletas de cemento armado para los vinos comunes.

Tenía una sección destinada al champagne, producto que en nada tenía que envidiar al célebre francés. Producía 30.000 docenas de botellas. Las marcas con las cuales fraccionaba eran Águila y Tirasso, vinos comunes de mesa que no podían ser más excelentes, según decía la propaganda.

Comenzó a fabricar jugo de uva, siendo uno de los primeros que lo hizo, artículo que se puso de moda por sus virtudes curativas y medicinales. Participó en varias exposiciones obteniendo premios y en 1903 obtuvo medalla de oro por sus vinos. En su bodega elaboraba las uvas de sus viñedos y también compraba a otros productores.

Pasión por San Rafael

Una vez bien establecido en Mendoza, adquirió propiedades en San Rafael, en la zona conocida como Colonia Italiana.

Cuando conoció el potencial que tenía San Rafael, se entusiasmó mucho y fue tan nítida la visión que tuvo de su futuro vitivinícola, que de inmediato “don Luis” emprendió con el dinamismo que lo caracterizaba una obra verdaderamente asombrosa.

Su “cuartel general” lo instaló en San Rafael y todos sus hermosos proyectos fueron cristalizándose en una forma firme y metódica: implantó viñedos de uvas especiales, introduciendo variedades de origen europeo, sobre todo Pinot gris para los vinos finos; las instalaciones fueron modernas y toda una organización armoniosa que unía, en el esfuerzo común, la voluntad creadora del iniciador con la obra de los empleados y de los contratistas de fincas.

Sus viñedos llegaron a abarcar 900 hectáreas, con preponderancia de uvas Malbec. Compró la bodega de don Luis Bonfanti, denominada Santa Paula, en la primera década del siglo y les prometió que no le cambiaría el nombre, por lo que aún hoy se la denomina así, aunque popularmente se la llamaba Tirasso, al igual que a la calle donde se instaló.

En vasijas especiales guardaba vinos desde 1904 para lograr el añejamiento de distintos tipos. En total elaboraba más de 140.000 hectolitros de vino por año. Para la venta disponía de 400.000 docenas de botellas y 50.000 bordelesas de tipo común. También poseía 500 hectáreas plantadas de alfalfa y 25 de frutales.

Sus vinos no sólo eran conocidos en Mendoza sino en toda Europa y los envases constituían lo que podría llamarse una perfección en presentación, las botellas eran realmente una belleza.

Esta bodega se dedicó en un principio a la fabricación de vinos comunes. Construyó un hermoso chalet al lado de la bodega que aún se puede observar, ya que se mantiene en muy buen estado y tenía un hermoso balcón de hierro forjado que daba a la calle. Cuando lo vi me hizo acordar a Romeo y Julieta.

También construyó varias casas para sus empleados. Era un hombre bueno, a quien todos los empleados querían mucho, ya que era muy considerado y generoso.

En Buenos Aires tenía un depósito de vino y escritorios atendido por su hijo Luis Tirasso, nacido en Argentina. Tuvo cinco hijos, pero sólo el mayor, Luis, se dedicó a la vitivinicultura.

Contaba con sucursales en Córdoba, Rosario, Bahía Blanca y Tucumán. Y también en el exterior, en Montevideo, Santos, Río de Janeiro y Asunción del Paraguay. Como director de la bodega de Mendoza se encontraba José Peirano, que fue un gran colaborador y trabajador incansable.

Sus bodegas estaban entre las más importantes de las primeras décadas del siglo XX.

Tirasso visitaba frecuentemente la estancia Los Amigos, en el actual distrito de Goudge. Los amigos eran él, don Humberto Bertolotti y el ingeniero Juan Babacce.

En 1924 murió Bertolotti en Buenos Aires, pocos años después falleció Tirasso y quedó sólo don Babacce, quien finalmente vendió la propiedad al ingeniero Francisco Prati.

En la estancia trabajó como administrador Guillermo Catalán, quien años después fue intendente de San Rafael. 

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Fachada de la bodega Santa Paula, que Tirasso compró.
Fachada de la bodega Santa Paula, que Tirasso compró.
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Perfil. Don Luis Tirasso.
Perfil. Don Luis Tirasso.
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La etiqueta de uno de sus productos, mostrada por una revista en 1910
La etiqueta de uno de sus productos, mostrada por una revista en 1910
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Frente de la bodega Santa Ana, en Guaymallén. Fuente: Vitivinicultura argentina 1910
Frente de la bodega Santa Ana, en Guaymallén. Fuente: Vitivinicultura argentina 1910
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El chalet de don Tirasso, en la calle que hoy lo recuerda.
El chalet de don Tirasso, en la calle que hoy lo recuerda.