Generalmente en todas las ciudades por donde cruzaban las vías férreas se produjo una división, en cuanto a lo social, por el poder adquisitivo de cada uno. En San Rafael también pasó y fue así que el barrio que nació tras el ferrocarril se hizo muy populoso, gente de trabajo, que construía sus casitas con mucho esfuerzo, muchos de los habitantes eran ferroviarios. En un principio fue llamado el "Barrio de las Ranas".
Se había utilizado el ripio para la construcción, creo que del Ferrocarril, en lo conocido como "ripiera", atrás de los galpones ferroviarios, y los pozos que se hicieron se llenaron de agua y también de "ranas" o sapos. No creo que hayan sido ranas porque son animales de zonas tropicales, pero existen también en zonas templadas y frías.
Yo visitaba mucho ese barrio pues ahí vivían mis nonos, y lo único que vi eran muchos sapos. Aparte de la ripiera, en cada casa habían pozos de agua, represas, ya que no había agua corriente, por cañerías. Usaban esa agua a la que filtraban con los conocidos filtros de piedra para tomar y usar en la cocina. ¡Qué agua más rica y fresca, no habían heladeras, pero el agua estaba helada! En esas represas los sapos se reproducían y mucho.
Al atardecer, casi noche, comenzaba el concierto de los batracios, que realmente era muy lindo de escuchar.
Con el tiempo se secaron los piletones, que los niños aprovechaban para bañarse y jugar, posteriormente se rellenaron y se loteó la zona. El barrio cambió de nombre, para algunos pasó a ser "Pueblo Usina", por cuanto la usina que producía electricidad estaba en la calle Edison, aún se lo nombra así, pero el nombre que prevaleció fue el de Barrio Constitución, ya que a la plaza del barrio se la había bautizado así. También se llamó con ese nombre al barrio y al club, de básquet y de fútbol.
Fortín Aurora
El primer francés que pisó estas tierras en carácter de propietario fue el ingeniero Julio Gerónimo Balloffet, que procedente de Francia vino a estas tierras con su título de agrimensor. Viajó con el sabio Augusto Bravard, quien era especialista en sismos y trajo varios aparatos para medir la intensidad de los temblores.
Este científico se instaló en Mendoza, mientras Balloffet fue a revalidar su título a Concepción del Uruguay. En eso estaba cuando se enteró del terrible terremoto que había sacudido a Mendoza en marzo de 1861. Y ante las tristes noticias que llegaban viajó a buscar los restos de su amigo y los aparatos que éste había traído, pero nada pudo encontrar. La Mendoza de barro se había caído y sepultado a miles de personas. Su amigo había dicho en reuniones en las cuales estuvo invitado que él percibía la vibración de los sismógrafos y que en breve tiempo ocurriría un sismo muy grande en Mendoza, pero nadie pensó que estuviera tan cerca y fuera tan fuerte en intensidad.
Balloffet no encontró nada, pero fue llamado por el gobierno para reconstruir la ciudad y a eso se abocó. Mientras conoció a varias familias mendocinas, entre las que se encontraba la de don Nicolás Suárez, quien tenía una hija de nombre Aurora. Los jóvenes se enamoraron y en poco tiempo se casaron.
El matrimonio recibió de herencia muchas hectáreas situadas en San Rafael y en 1871 don Balloffet construyó en esas tierras la que sería su casa. Eran tiempos en que aún había peligro de ataque de los aborígenes, por lo que construyó un fortín, con anchas paredes para protección de su familia, aunque nunca tuvo problemas con los aborígenes, ya que los trataba muy bien y estableció amistad con ellos.
Después de 1880, terminada la Campaña del Desierto, Balloffet vino con su familia a ocupar su casa-fortín, al que denominó "Fortín Aurora" en honor a su esposa. Había construido una torre con un telescopio para poder admirar el cielo sanrafaelino. Cerca de su casa comenzó a plantar viñas y frutales, y dejó un espacio para hacer una nueva casa.
En 1897 falleció Balloffet, pero su esposa, mujer de gran temple, siguió adelante con la casa que aún se puede ver sobre la calle Balloffet. El fortín quedó abandonado y de a poco se fue deteriorando, hasta que no hace mucho, tal vez en los años 70, fue destruido por los compradores de la finca, ya que no deseaban ser molestados por los curiosos que querían ver las ruinas. Así va desapareciendo todo nuestro patrimonio histórico.
La zona fue luego conocida como distrito Balloffet, pero en una reordenamiento territorial pasó a ser parte de la ciudad. Hoy en ese sitio hay varios barrios y uno de ellos se llama Balloffet.
Por María Elena IzuelEspecial para UNO [email protected]