Se llama Joana Bolling y su conmovedora historia trascienden las fronteras del deporte. Horas y horas de entrenamiento la llevaron a estar a un solo paso de lograr su objetivo: jugar al handball en el seleccionado argentino juvenil en los próximos Juegos Olímpicos.
Pero el destino tiene sus tretas, y la desición que tomó Joana sin duda amerita más que cualquier medalla. Su padre Elnes Bolling, ex basquetbolista, sufre una insuficiencia renal y necesitó de un trasplante. Su hija, sin dudar, puso el deporte de lado y decidió donarle un riñón.
Con 20 años, la joven optó por someterse a la operación para ayudar a su padre y sólo podrá volver a entrenarse una vez finalizados los Juegos de Río.
"No iba a dudar de donar por las Olimpíadas. Esto es más importante que el handball", le confesó Joana al diario Clarín.