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El Mono habla de las giras de verano y del nuevo camino que emprendieron como banda independiente

Kapanga: "Somos una banda para entretener"

Por UNO

Fabio tiene fobia. Dice Martín "El Mono" Fabio que, a pesar de grabar discos con Kapanga hace 20 años, todavía lo incomoda el hecho de internarse durante horas en un estudio a ponerle voz a sus propias canciones. "Es como rendir contabilidad de cuarto y quinto año juntas", se ríe. "Es una cuestión mía nomás, mis compañeros están todos súper cómodos, ¡se sienten como en Disney!".Motormúsica, noveno disco de la banda, fue grabado en su estudio de Quilmes, con producción de El Chávez, tal como sucedió con Lima (2012). ¿Equipo que gana no se toca? "Tiene un oído bastante particular, buenas ideas y buen audio. Trabaja con una tranquilidad que con otros productores no la habíamos tenido. Con Guyot y Toth eran un poco más frenéticas las grabaciones. El Chávez no levanta nunca la voz, siempre está en un estado zen", elogia el cantante.

Fieles a su estilo, el nuevo material expone ese ornitorrinco musical que es Kapanga, combinando un montón de géneros, que van del tango ("Tango Driver") al thrash-metal ("Gauchito Gil"), aunque esta vez se guiaron con una brújula más pop. "Es el disco menos fiestero, comparado con los anteriores. Fue algo buscado, porque Maikel (guitarra) trajo cosas más cancioneras, y no tan punk, como solíamos hacer", explica. "Obviamente, hay dos o tres canciones que mantienen el ADN histórico de la banda, como 'Mis Amigos', que grabamos con los Auténticos Decadentes".

¿Hay algún género con el que no se hayan animado todavía?

Nunca abordamos la cumbia en todos estos años. A mí me gustan La Nueva Luna, Los Palmeras, Tambó Tambó, Damas Gratis.. Pero, viste cómo es: cuando no se da, no se da.

Este es el primer disco de estudio que editan de forma independiente. ¿Cómo tomaron esa decisión?

Armamos una productora propia. ¡Y nos metimos en un quilombo bárbaro! Estamos aprendiendo un montón de cosas técnicas y legales que no estaban en nuestro radar. La parte burocrática y embolante de la música, donde la banda se convierte en una empresa. Primero, sacamos el disco en vivo ¿Mamá, dónde estoy? y, como todavía estábamos verdes, Pop Art nos dio una mano, ya sin tener ninguna relación, lo cual habla de que terminamos en muy buenos términos con ellos. Esa fue la prueba piloto.

¿Tienen algún modelo de banda a seguir?

Un día, durante este proceso, nos cruzamos con La Renga en un show y nos dieron una charla básica de aprendizaje sobre independencia, nos comentaron que les parecía bárbaro que siguiéramos ese camino y que nos iba a ir genial. Si nos lo dijeron estos chabones, con toda la experiencia que tienen detrás, tan locos no estamos en la decisión que tomamos. También nos aconsejó mucho la gente de la Unión de Músicos Independientes (UMI), como Cristian Aldana y Diego Boris. Consultamos a gente que no te canutea la información, dimos con músicos muy solidarios, y fue como si el mago te regalara el truco.

Hay un tema nuevo dedicado al Gauchito Gil. ¿De dónde viene esa devoción?

Soy el que más los enferma a todos con el Gauchito Gil. Es uno de los tantos trastornos obsesivos que tengo. Me lo hizo conocer un famoso micrero de giras llamado Pipa y se me hizo la costumbre de siempre hacer una paradita técnica en sus santuarios y dejarle una ofrenda. Nunca le pido nada, solo le agradezco, y le dejo un cigarrillo y algo de dinero, y yo me llevo una cintita roja. Por eso el micro nuestro tiene tantas cintas rojas, como dice en la canción.

Hay otra llamada "Cemento (for Mario)", dedicada a uno de los históricos empleados del boliche de Chabán. ¿Cómo fue tu relación con él?

Fue un encargado de seguridad legendario del lugar, de cuando empezamos a tocar ahí. Estuvo en la desgracia de Cromañón, y su mujer pasó varios meses internada, él quedó bastante shockeado, perdió su laburo, y, cuando nos enteramos que la estaba pasando tan mal, lo trajimos a trabajar con nosotros. Yo lo quise como a mi papá, me cuidó los últimos 10 años, incluso cuidó a mi hijo como si fuese su propio hijo. Fue un tipazo. Tuvimos una linda historia y le hicimos un buen homenaje, por eso se nos ocurrió llamarlo a Fernando Ruiz Díaz para que cantara ese tema, porque él lo conocía mucho. Ahí cerramos todo un círculo.

El sábado 30 tocan en una disco de Sunchales, el domingo 31 hacen un show gratuito en San Miguel, dentro del ciclo Cultura de Verano; después tienen el Cosquín Rock, el Baradero Rock, la Fiesta Nacional del Tren a Vapor, la Fiesta Nacional del Pionero... ¿Cómo aguantan tanta gira?

No conocemos otra forma. Todos los días son distintos. Quizás es rutinario a qué hora sale el micro o a qué hora tocamos, pero a nosotros nos cambian los paisajes y la gente todos los días. No es como ir a una oficina donde te ves todos los días con los mismos compañeros. Esto es diferente, es un viaje de egresados hace 20 años, con mucha diversión, y con muchas más alegrías que tristezas. Yo quiero que siga así.

¿Ves bandas nuevas influenciadas por Kapanga?

Hay algunas. Nos pasa mucho cuando vamos a tocar a ciudades del interior, donde compartimos fechas con cuatro o cinco grupos locales, y nos cuentan que empezaron tocando temas nuestros. Antes, íbamos a un lugar y los pibes nos decían que sus influencias eran los Cadillacs, los Decadentes y Los Pericos. Y ahora, con el tiempo, fueron incorporando a Kapanga. Lo más cercano que veo es Los Caligaris, que son como una mezcla entre los Decadentes y nosotros. Espero que no aparezcan otras. ¡Así tenemos más trabajo nosotros! (risas).

¿Qué lugar ocupan en el rock nacional?

Somos una banda para entretener. No es fácil hacer divertir a la gente. No le voy a cambiar la vida a las personas cantándole canciones, pero les voy a hacer pasar un rato agradable. Hoy somos una banda popular, una banda familiar donde van padres con hijos, y con eso el objetivo está cumplido. No cambié el mundo, pero hice que un montón de chicos estén contentos y la pasen bien por un rato. Eso es una pequeña revolución.

¿Cómo ves al nuevo gobierno?

Me llamé a silencio. Te puedo hablar de Quilmes y de Martiniano Molina, porque lo conozco desde que somos chicos, y realmente quiero que le vaya bien, no me importa que no patee para el mismo lado que yo. Si hace cosas para que mi ciudad mejore, lo apoyaré, aunque no simpatice con el partido que representa. Sé cómo se manejó toda su vida y es un pibe que tiene buen corazón. Ojalá pueda sacar adelante a la ciudad.

Fuente: Rolling Stone