Fue un estudiante de 20 años, Raphael Lüger, el que con reiteradas cartas de queja enviadas al Ayutamiento de Amstetten consiguió que se revise aquel galardón y le sea retirada a Adolf Hitler la 'ciudadanía de honor' de la que nadie había querido volver a acordarse, tal como reflejó el diario El Mundo.
"Sus primeras cartas no recibieron respuesta, el asunto era peliagudo para la administración local e hicieron oídos sordos. Pero el chico es tenaz y comenzó a llamar a la radio local, que emitió su queja en reiteradas entrevistas hasta que el debate se apoderó de la esfera pública 'amstettiana'. Ser o no ser. Retirar a Hitler el título de 'ciudadano de honor' o mejor no remover. He ahí la cuestión", señala el periódico español.
Los políticos locales, marcó el diario, eran conscientes de que la población está más que harta de que el nombre de la ciudad sea asociado en los titulares a nombres tan poco ilustres, y temían un castigo electoral a quien osase ponerle el cascabel al gato. El joven estudiante no es un imparcial indignado, sino un militante del Partido Verde cuyas evidentes intenciones era dejar en evidencia a los dos partidos políticos mayoritarios.
"El alcalde socialdemócrata, Herbert Katzengruber, tardó meses en tomárselo en serio e incluir el asunto en el orden del día de un pleno del ayuntamiento. El líder local conservador llegó a contestar al chico en una entrevista: "No entiendo por qué se siente implicado en un asunto que no tiene nada que ver con usted". Pero, finalmente, una gran coalición de fuerzas políticas permitió, en el pleno del pasado viernes, el acuerdo para retirarle a Hitler los honores".
La decisión entra en vigor este lunes, por lo que, desde el 30 de mayo de 2011, Hitler ya no es ciudadano de honor de Amstetten.
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Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten.
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La ciudad austríaca de Amstetten.
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