Una semana atrás, el ingeniero Julio Cobos se sintió ofendido por el contenido de esta columna. Respondió con un escrito de su puño y letra que fue publicado al día siguiente.La nota dominguera del arriba firmante llevaba por título: “A Julio Cleto le creció la nariz”.La respuesta del vicepresidente de la Nación fue titulada por este diario: “No he mentido”.Ya en su primera línea, Cobos resalta la acusación de “mentiroso” que le atribuye a nuestra opinión editorial, a la que califica de “liviana” y carente “totalmente de fundamentos”.Pues bien. No es costumbre de este espacio, dedicado a comentar la actividad política desde hace mucho más de una década, enzarzarse dialécticamente con cada uno de los implicados que disienten de este escriba.Pero, dados el respeto a la investidura de Cobos y el reconocimiento a sus valores republicanos y a su diálogo siempre abierto con todos los periodistas, es que le damos continuidad a este ida y vuelta.Inflando globosCobos explica que no mintió al afirmar que había otorgado el 82% móvil a los jubilados provinciales cuando fue gobernador. Lo hace con una serie de datos minuciosos.Pero ese no es el fondo de la cuestión.Para el arriba firmante el núcleo del debate es otro.Cobos está donde está, mimado por las encuestas, gracias a su facilidad para conectar con el gran público.El Cleto de la gente habla y se mueve con la sencillez del hombre común. No se enreda en los argumentos llenos de dobleces y tecnicismos del político típico.La de Cobos es, entonces, una exitosa estrella marketinera.Y el marketing (callejero o profesional) opera con el eslogan, con la frase de trazo grueso.¿Cuál es el trazo grueso en torno a las jubilaciones?El que utilizó Cobos puede traducirse de esta manera: “El Gobierno nacional se niega a otorgar el 82% móvil, mientras que yo lo di en Mendoza”.Ese fue el lema publicitario que el vicepresidente le tiró al país.Luego, las explicaciones, detallistas, para justificar su punch propagandístico son como la letra chica de un contrato, como las frases velocísimas que lanza el locutor después del trazo grueso de un aviso radial: no las atiende ni las digiere la mayoría.No son el corazón el mensaje. Son un reaseguro para cubrirse de lo que pudiere venir.Ayer, en el Corriere della Sera, Michele Salvati firmó una columna: “La política que no sabe ( o no quiere) confrontar con el malhumor de los ciudadanos”.Y anota, en tono crítico: “Se ganan las elecciones alisando el pelo de los electores, favoreciendo las pulsiones, los prejuicios, los intereses inmediatos, no preanunciando reformas impopulares”.Para ser más claros: según nuestra humilde opinión, Cobos, con esto del 82% móvil, les estuvo alisando el pelo a los electores.Contra los improperiosSobre el final de su misiva, Cobos se queja de que el arriba firmante les haya encontrado justificación a los dichos de Boudou y Jaque sobre su persona.Dice: “Le pregunto, ¿desde qué rincón del respeto por la institucionalidad y las investiduras usted cree justificables los improperios, las falsas acusaciones y la denigración de la persona y la figura del vicepresidente? Me resulta extraño que alguien inteligente y apegado a los más básicos principios de respeto y educación sostenga, justifique y amplifique estas descalificaciones”.El arriba firmante se ve en la obligación de recordarle al vicepresidente que, desde su histórico voto no positivo, en esta misma página se ha criticado sistemáticamente el ataque, en malos modos, al que lo viene sometiendo desde entonces el establishment kirchnerista. Es más. Hemos reflexionado juntos sobre el particular en la entrevista que este escriba le realizó a Cobos, en diciembre, cuando fue elegido por UNO el Mendocino del año.Sucede, nada más, que en esta ocasión no estamos de acuerdo. No debería resultarle “extraño”. Extraño sería que siempre pensemos en la misma dirección.Sobre la gran narizOtro elemento que ofendió a Cobos y a sus lugartenientes fue la gran nariz que ilustraba la caricatura de Marchese.Entramos en el terreno de lo simbólico.Una nariz crecida alude a Pinocho. Al muñeco le aumenta por mentir, justamente, en una cuestión de monedas.Pero Pinocho no es malo, sino travieso y rebelde. Su alma de muñeco es ingenua y noble. Por eso el Hada benefactora de los cabellos azules le concede, al final del cuento, su humanidad.El Hada justifica su acción en estos términos: “Gracias a tu buen corazón te perdono todas las trastadas que has hecho hasta hoy. Los niños que ayudan amorosamente a sus padres en la miseria y en la enfermedad merecen siempre alabanzas y cariño, aunque no puedan ser citados como modelos de obediencia y de buena conducta. Ten juicio en lo sucesivo y serás feliz”.Al volver al Comité Nacional de la UCR, el martes, tal vez le hayan dedicado un pensamiento similar.Pinocho, Geppetto y FayadCobos es como un imán.Una foto suya al lado de Celso Jaque sirve para que el gobernador sea devorado por la ballena, como ocurre con Geppetto en la fábula.Tanto irrita hoy la dupla Cobos-Jaque al poder central que, desde la oficina del multioperador Chueco Mazzón, se largó una operación de prensa destinada a entronizar al intendente radical Víctor Fayad como nuevo niño mimado de los Kirchner en detrimento del jaquismo. El empresario sanrafaelino K Omar Álvarez, que apunta a consolidar un nuevo grupo de medios en la provincia con aval expreso de la Nación, anda recaudando fondos de la política con la misma consigna: apoyar a Fayad para cascotear a Cobos.Pero la ballena patagónica, pese al temor reverencial que genera, no puede ir contra la naturaleza de los seres. No puede impedir que Cobos y Jaque sigan siendo mendocinos, por más devoción que le hayan tributado tiempo atrás.Cobos y Jaque coinciden hoy en defender a la provincia contra los males de la promoción industrial.Ambos, también, como creyentes, han evitado cualquier disputa con la Iglesia, algo que Néstor y Cristina ejercitan, con fría tenacidad, cada día de sus vidas.Por ende, ambos coinciden en no avalar, a libro cerrado, el proyecto de matrimonio gay del oficialismo. También coincide con ellos dos otro kirchnerista fiel, el senador Adolfo Bermejo, que se convirtió en una pieza clave para voltear la iniciativa en la Comisión de Legislación General.Pocas veces el maipucino Bermejo habrá recibido tantas calurosas felicitaciones como esta semana de parte del mendocino medio. Entre otras cosas, por su obediencia indebida.Parece un cuento. Pero es real.“Cuando los niños que eran malos se vuelven buenos tienen la virtud de conseguir un aspecto nuevo y sonriente en el interior de su familia”, le explica el viejito Geppetto a su querido hijo cuando la historia culmina.
El vice refutó esta columna diciendo: “No he mentido”. Se explica hoy aquí por qué parecerse al
célebre muñeco no es tan malo, sino todo lo contrario.