El valor del agua, la conjunción de culturas en principio extrañas entre si, pero que a través del idioma universal del trabajo fueron capaces de fundirse en una sola y que los identificó a lo largo de los años. Alvear supo ser un páramo de tierra infértil que se transformó en un vergel a fuerza de sacrificio y la unión de aquellos que llegaron desde tierras lejanas con los nativos y los criollos.
Alvear no es más un desierto, es una tierra con alma, la de sus pobladores, y por sus venas fluye el elemento vital para la supervivencia, el agua de vida que emana del Latuel, como los aborígenes llamaban al río Atuel y por eso es el “Alma de la Tierra”.
Las bases argumentales de la Vendimia alvearense que este año regresó al predio de la Universidad Cooperativa (Ugacoop) en el acceso este de la ciudad pero por primera vez se realizó en los inmensos y reacondicionados galpones de la ex fábrica Spat.
Un escenario con dos niveles repletos de escalinatas y un gran túnel interno que permitían a los actores y bailarines ocupar cada uno de los espacios disponibles, subir y bajar, aparecer o desaparecer de escena. Más la calidad técnica de los artistas junto a la iluminación y las imágenes proyectadas en pantalla gigante fueron condimentos indispensables para que la puesta en escena, pese a la sencillez del aspecto argumental, despertara la emoción y el aplauso sostenido del público por el gran impacto visual que generó.
Además se lució el teatro de sombras, la incorporación a las danzas clásicas europeas del tradicional can can francés y los acróbatas que colgaban de telas a los costados del escenario.
Tampoco pasó desapercibida la irrupción en el escenario a mitad del espectáculo de la reina saliente Maribel Vega Ruiz. La anfitriona, que solo había hecho la apertura del espectáculo, asombró al público bailando una cueca.
Las 2.000 personas colmaron el salón de la Ugaccop que estuvo acompañado en la parte exterior de un sector de stand y patio de comidas dispuesto para seguir rindiendo homenaje a la cultura del trabajo de la tierra con una gran peña folclórica.
El montaje y la realización de “Latuel Alma de la Tierra”, o Tierra con Alma como se la nombró después, estuvo a cargo de Hugo Martínez, Diana Montoya, José María Quiñones y Marcos Salcedo, director de Cultura de la comuna.
Detalles
Ovaciones: las danzas características para poner de relieve la corriente inmigratoria que llegó hasta el sur provincial fueron muy bien recibidas por el público pero de manera particular estallaron cuando aparecieron en escena los bailarines ucranianos y realizaron algunas proezas acrobáticas sobre el escenario y acompañaron con palmas y bailando en las sillas la tarantela italiana.
De Pie: así como aplaudieron a manos no poder el malambo, (que caracterizó la tormenta y el granizo), cuando hizo su ingreso la Virgen de la Carrodilla, todo el público se puso de pie y siguió atentamente el cuadro para terminar con un encendido aplauso de aprobación.