Historia

Volvió adulta de la guerra de Malvinas, sin miedo y lista para decirle a su padre: "Hasta acá llegamos, la vida es mía"

La guerra de Malvinas le forjó un carácter fuerte y decidido que hoy utiliza para defender los derechos del colectivo trans-travesti

Jennifer no es solo una sobreviviente de la guerra de Malvinas. Es una mujer que tomó todo aquello que quiso destruirla y lo convirtió en fuerza política. Una vida entera puesta al servicio de que nadie más tenga que sobrevivir lo que ella sobrevivió.

Hay historias que parecen imposibles de sostener dentro de una sola vida, pero Jennifer Gabriela Aranda carga varias. La de un cuerpo que otros intentaron corregir, la de un soldado en la guerra de Malvinas y la de una activista que hoy pone su voz donde antes solo podía callar.

Guerra de Malvinas (3)
Luego del conflicto y tras dejar de hormonizarse con testosterona, comenzó un proceso de autodefinición

Luego del conflicto y tras dejar de hormonizarse con testosterona, comenzó un proceso de autodefinición

Volvió adulta de la guerra de Malvinas, sin miedo y lista para decirle a su padre: "Hasta acá llegamos, la vida es mía"

Jennifer nació intersexual, con un desarrollo femenino que su padre no aceptó. A los 13 años, cuando él descubrió que sus hormonas no seguían el guion masculino esperado, decidió “corregirla” a la fuerza. Mientras ella intentaba entender por qué su cuerpo crecía distinto, los médicos detectaron altos niveles de estrógenos y comenzaron a darle testosterona, presentada como simples “vitaminas para crecer”.

Entre la construcción y el mandato de ser “un varón”, Jennifer llegó al servicio militar en 1982 sin comprender aún por qué siempre se había sentido distinta. Obtuvo un “apto A” y terminó en Campo de Mayo. Cuando se declaró la guerra, la enviaron a Puerto Deseado. Durante esos largos días, entusiasmada por el espíritu patriótico, no se detuvo a pensar lo que le estaba tocando vivir y se signó a obedecer las órdenes de sus superiores.

Guerra de Malvinas

La vida en Malvinas

En un regimiento improvisado con mil personas, comenzó su transformación más abrupta, la de pasar de la vida civil a cargar balas de ochenta kilos, montar carpas, hacer guardias eternas y volar en Hércules que rozaban el agua de Malvinas para evitar radares ingleses.

Viajó varias veces a Malvinas llevando provisiones. Descargó comida, combustible, municiones. Durmió donde podía, vivió con la incertidumbre constante de no saber si volvería. Obedeció órdenes sin cuestionarlas, porque la dictadura no dejaba margen. Años después reconocería que en esa vorágine no había espacio para entender, solo para sobrevivir.

El regreso de Malvinas no trajo reconocimiento. Volvió a un país que no quería ver a quienes no habían combatido en las islas Malvinas, aunque sin ellos la guerra no hubiera durado ni días. A Jennifer no la recibieron como veterana, la detuvieron por el pelo largo, la humillaron, la castigaron.

En palabras de Jennifer, “Todos los que estuvimos involucrados en la guerra de Malvinas del paralelo 42 para abajo no hemos sido reconocidos y eso duele”

Guerra de Malvinas (1)

La vida luego de la guerra de Malvinas

Cuando regresó del Ejército, el cambio en ella se volvió imposible de ocultar. Sus padres la observaron con cautela durante un par de años, hasta que finalmente comprendieron que esa nueva firmeza era irreversible. La guerra la había envejecido por dentro, entró siendo una adolescente confundida y salió con la dureza y el temple de alguien que ya había visto demasiado. La disciplina militar la volvió constante, directa, sin miedo.

Malvinas le dejó algo que nadie pudo quitarle, un carácter templado, una certeza feroz de que su vida era suya. Desde ahí comenzó el camino hacia su identidad y su militancia. Dejó la testosterona, se permitió nombrarse, construyó comunidad. Y con el temple que le dio la guerra, ese que ella misma dice que la volvió adulta de golpe, hoy pelea por el reconocimiento de quienes el Estado sigue ignorando y por los derechos del colectivo travesti-trans.

Toda su historia se encuentra narrada en detalle en el libro Ecos de Malvinas.

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