Las denuncias sobre los abusos y castigos que se vivían en el Instituto del verbo Encarnado, en San Rafael, han tenido una nueva jornada en la que se destacaron la defensa a la institución por parte de mujeres que han permanecido allí desde su niñez y que hoy pueden desarrollarse en una profesión a partir de la enseñanza y disciplina que tuvieron a través de los años.
Ellas destacaron la labor de las monjas que trabajan en la institución, que les brindaron todo aquello que no encontraron en su hogar y que les permitieron en algunos casos continuar sus estudios.
Una joven que se identificó como Raquel, relató en diálogo con Canal 7, que “yo estuve desde los 9 años, llegué al hogar de los niños, después mas grande ingrese al otro hogar y en ningún momento recibí un maltrato. Ellas (las monjas) estuvieron siempre acompañándome; he sufrido cuando era chica y me han dado una estabilidad. Yo tengo una bebe y puedo criarla y ser alguien gracias a ellas. Yo puedo dar testimonio, doy verdad y ellas siguen ayudándonos”.
Con relación a la disciplina en la institución, relató que “teníamos un horario, porque éramos muchos. Entonces teníamos que restringirnos por algo. Uno tenía que ir obedeciendo como en toda casa. Me parece que nos pongan un poco de límite no significa un abuso, un maltrato. Como cada mamá, yo puedo ayudar a mi hija, le pongo límites, es chiquita pero desde ya se empieza a educar eso. Entonces no me parece ningún abuso, quizás en un momento me sentía mal, pero ahora yo entiendo que lo que ellos hacían era darnos amor”.
Consultada sobre si alguna vez le pegaron o la bañaron con agua fría, Raquel respondió que “en ningún momento lo sufrí. En el único lugar que pude haberme bañado con agua fría era en el río, por tantas diversiones que hemos tenido; pero yo doy testimonio que he estado allá adentro y que en ningún momento me han pegado, en ningún momento me castigaron con nada. Donde yo he tenido un problema, que me he bañado con agua fría ha sido en mi casa, porque no teníamos una base”.
Similar fue el testimonio de Anabella, quien llegó desde San Luis para acompañar a otras chicas que pasaron varios años en el Instituto Verbo Encarnado y negó cualquier tipo de maltrato. “Estamos con un grupo de chicas y de jóvenes también. Hay otras chicas que no viven en San Rafael que no pudieron venir y tenemos su mensaje por wasap y por facebook con su apoyo. Tenemos un grupo de chicos que hace 4, 5, 6 o 10 años que se han ido del hogar y seguimos manteniendo ese vínculo con las hermanas”, contó Anabella.
Aseguró que “mi experiencia fue muy gratificante. Antes de llegar al hogar yo estuve en un colegio albergue, me trataron muy bien también ahí, pero faltaba algo. Ese amor, esa contención, ese cuidado, esa unión, que nos ha ayudado a sanar vínculos con nuestros familiares. Se rompieron y gracias a ellas, a la contención hemos sanado esos vinculos”.
Anabella , hoy docente, aclaró que “nunca escuchamos de maltratos a otras personas, a otros niños. Incluso hemos sido nosotras, las mismas chicas, las que hemos defendido a las hermanas de otras chicas que han querido insultarlas o golpearlas. Nos hemos tenido que poner nosotras firmes y educar en ese sentido”.
Y siguió: “Como decía Raquel, creo que un reto, una penitencia, un tirón de orejas hacen a formar a esos niños. Yo soy maestra, hay muchas maestras acá de los mismos chicos de los hogares y hemos visto la evolución de esos niños. Niños que han llegado sin hablar y que en tres, cuatro, o un año son otros niños completamente distintos”.
En cambio, una mujer que se identificó como la madre de Giuliana, una de las chicas que permanecían en ese hogar a partir del convenio con la Dinaf, se quejó del trato que recibió porque el lunes “estuve todo el día en la Dinaf, me dijeron que iban a dar permiso para ver a Giuliana. Quedaron que llamaban a las 3 de la tarde pero nunca me llamaron y después que a las 9 y no me llamaron”.
Afirmó que “mi hija está en el Verbo Encarnado hace dos años, y nunca recibió malos tratos. Yo iba todos los días a verla y nunca vi nada malo”.
Consultada sobre si sabe donde esta su hija, respondió que “no se nada de ella, desde el viernes que dijeron que había problemas no se nada donde puede estar. Me han dicho que supuestamente está en Mendoza. No la he visto desde el ultimo día que fui a verla que fue el martes; de ahí que no la vi más. Ella tiene 9 años y le pido a esta gente que me devuelva a mi hija y que devuelva a todos los niños”.
Los 29 menores que se encontraban en la Institución a partir del convenio con la Dinaf, fueron repartidos por distintas instituciones. Los familiares reunidos ayer firmaron un petitorio para que entreguen a los niños, de los que muchos padres no saben donde están. Dicen que no tienen información sobre donde están sus hijos y eso es lo que le reclaman a la Dinaf.
Se informó además que algunos chicos estaban en una especie de cabañas, justamente para que este proceso no sea doloroso, y no tuvieran el trauma de haber sido trasladados de esa manera, mientras que otros han sido llevados a algunos hospitales por la discapacidad que presentan.