"Cerré mi Twitter y mi Face-book. Me harté de perder tiempo. De lo que más me enteraba era acerca de dónde iban de vacaciones mis contactos".La frase no me pertenece. Es de un periodista joven que trabaja conmigo en Diario UNO."¿Cómo? Vos sos periodista. Tenés que tener Twitter. ¿Cómo te enterás de las noticias?", le dijeron algunos de sus colegas de la misma edad al tomar nota de que el aludido se había tomado un descanso de las redes sociales."Leo los diarios digitales y de papel, escucho radio, veo tele, hablo con funcionarios, con especialistas, escucho a la gente", les contestó dándoles a entender que seguía existiendo una forma clásica de estar informado que no había que archivar.¡Ah , la Riviera Maya!A ver: no era que este muchacho estuviese queriendo sepultar a las redes sociales ni tratando de ignorar la realidad que involucra todo lo digital.Sólo estaba buscando ponerlas en su justo medio y de tener una mirada analítica del fenómeno.Se había dado cuenta, por ejemplo, de que revisar a diario los tuits y el Face de sus contactos le demandaba mucho tiempo.Y que sin embargo la mayor recompensa de esa faena era mirar mucha foto de Playa del Carmen y leer demasiados chismes que, creyó, era más provechoso escucharlos en el bar o en el asado cara a cara con sus amistades.Mi ficción, mi enfermedadCasi al mismo tiempo que ocurría lo que les cuento, me topé en Clarín con este título de tapa: "Mentir en Facebook provoca una nueva forma de depresión".Allí se contaba que el 25% de los usuarios habituales de las redes sociales "editan" su realidad antes de transmitírsela a otros por esos canales. Y que uno de los berretines es mostrarse más felices de lo que son. Esta falsa felicidad provoca lo que los especialistas han definido como la "depresión Facebook".¿Y eso?Es la que sufren los que creen que su vida es peor que la de esos otros que pueden viajar o tener más capacidad de consumo o de relaciones sociales o, simplemente, de "venderse" mejor en Face.Así como la revolución industrial generó sus propias enfermedades, ahora ya hay prestigiosas entidades de investigaciones médicas que están catalogando algunas patologías de acuerdo con el metejón que las personas tengan con determinadas redes sociales.Cine continuadoLa galaxia digital es avasallante porque se recarga y se renueva día a día con novedades tecnológicas.Pero como ya ha pasado en la historia humana con la galaxia Gutenberg (la de imprenta) o con la galaxia del industrialismo, estas revoluciones generan un profundo remezón, pero no pueden borrar de un plumazo todo lo anterior.No es que la película del mundo vaya a empezar con la inteligencia artificial o con Instagram.Lo que hace la galaxia internet es instaurar una nueva forma de cultura que, al querer imponerse, produce algunos signos de autoritarismo, pero que después debe seguir conviviendo con las otras galaxias preexistentes, aunque tratando de imponer el sello de la novedad.En la Gran ManzanaVamos a un ejemplo concreto. En 1996 el diario The New York Times, quizás el más emblemático de la prensa gráfica mundial, empezó con su edición digital. Funcionaba separada de la edición papel.Recién en 2007 comenzaron a trabajar juntas las redacciones del diario papel y la del digital.Hace poco, en 2014, la empresa hizo un estudio profundo de todo ese proceso y comprobó datos muy interesantes.Si bien la era digital del diario tenía un futuro asegurado, aún continuaba la vigencia del mundo impreso.A comienzos de este año la firma repitió la investigación y el resultado fue el mismo: todavía dependen del medio impreso.La mayor parte de la publicidad y de los suscriptores los sigue teniendo el papel, pero con una proyección ascendente de la suscripción a la versión digital.Riguroso pero dúctilLas estimaciones empresariales señalan que después del 2020 podrían llegar a acercarse las influencias del papel y del digital de The New York Times en número de lectores y suscriptores.El objetivo es seguir adaptando el diario papel al cambio para que continúe siendo algo imprescindible para los lectores. Los gurúes del Times advierten también de que la versión digital debe ser más rigurosa con la información y no confiarse demasiado en algunas cifras que dan los clics de quienes ingresan al sitio.La consigna que se han propuesto para el papel es: no hay que renunciar nunca a los buenos textos y a las investigaciones serias, pero tampoco a la innovación ni a la adaptación que nos invita a los del papel a hacer una versión más visual del periodismo.Como se ve, el mundo nos lleva a las zancadas pero hay lugar para todos en esta galaxia. Para el que cierra Twitter y para el que lo abre.
La imprenta, la explosión industrial y ahora internet produjeron revoluciones, pero no pudieron borrar de un plumazo lo anterior