Los primeros Homo sapiensque llegaron a Europa procedentes de África hace más de 40.000 años llevaron consigo ciertas dolencias que pudieron transmitir a los neandertales que habitaban el Viejo Continente. Así lo recoge un nuevo ensayo publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology, en el que un equipo decientíficos de distintas instituciones británicas señala que la estrecha relación entre estas especies -se sabe que ambas se cruzaron, por lo que se dio un intercambio de genes- pudo favorecer que las enfermedades saltasen fácilmente de unas poblaciones a otras.
Para determinarlo, estos expertos han estudiado el genoma de distintos patógenos y el ADN conservado en restos óseos prehistóricos. De este modo, han averiguado que algunas enfermedades infecciosas tienen una antigüedad muy superior a lo que se ha venido pensando hasta ahora.
La viróloga Charlotte Houldcroft, de la División de Antropología Biológica de la Universidad de Cambridge, coautora de este trabajo, asegura que muchas de las dolencias que los humanos pudieron pasar a los neandertales, como la tuberculosis, las úlceras de estómago o algunos tipos de herpes, son males crónicos que debilitaron a nuestros primos evolutivos y quizá contribuyeron a su desaparición. "Los humanos habrían actuado como un reservorio de enfermedades tropicales. Para los neandertales, que vivían en pequeños grupos de entre quince y treinta miembros, la exposición a los nuevos patógenos habría sido catastrófica", indica.
Nuestros ancestros, por el contrario, parecen haberse beneficiado en parte del contacto con los neandertales. Aunque quedaron expuestos a las enfermedades que estos últimos desarrollaban, los humanos modernos acabaron sumando a su ADN ciertos elementos que, con el tiempo, les protegieron, por ejemplo, de ciertas formas de encefalitis y septicemia.