Todos sabemos que es un factor de riesgo importante de sufrir trastornos cardiovasculares y diabetes, entre otras dolencias, una lacra de las sociedades avanzadas, pero ¿a qué llamamos exactamente obesidad? Normalmente, la vara de medir es el llamadoÍndice de Masa de Corporal, cuya fórmula (peso en kilos dividido por la altura en metros al cuadrado) es de dominio público. Si nuestro IMC es superior a 30, estaremos en los territorios de la obesidad. Sin embargo, este "patrón-oro" de los kilos de más ha sido fuertemente cuestionado por parte de la comunidad científica.
Ahora, un trabajo pionero coordinado por Francisco B. Ortega, investigador Ramón y Cajal en la Facultad de Ciencias del Deporte en la Universidad de Granada, "redefine" el concepto establecido. El estudio, publicado en la revista norteamericana Mayo Clinic Proceeding, consistió en el seguimiento de 60.000 personas durante quince años para establecer el vínculo entre obesidad y las probabilidades de morir por una enfermedad cardiovascular. La diferencia con otras investigaciones es que se ha registrado no solo la cantidad de grasa presente en el organismo de los individuos, sino también el volumen de músculo. Para ello se midieron los pliegues cutáneos y se hicieron precisos pesajes hidrostáticos -realizados en tanques de agua- en la mitad de los participantes.
A priori, los autores de la investigación se planteaban la validez del IMC, ya que quizá solo habría que tener en cuenta la grasa corporal como factor de riesgo para la salud, una opinión muy extendida. Pero para sorpresa suya, el IMC total funciona como predictor de mortalidad más potente que si solo se tenía en cuenta el porcentaje graso en el organismo de los individuos estudiados. "Nos planeamos que una hipótesis sería que no solo grandes cantidades de grasa se asocien con mayor riesgo, sino también el músculo o masa no grasa", ha explicado Ortega.