En un mundo acostumbrado a domar montañas con túneles y unir continentes con puentes colosales, resulta sorprende que no exista uno que cruce del río Amazonas. El mayor río del planeta, una autopista natural que serpentea más de 6.400 kilómetros desde los Andes hasta el Atlántico, sigue siendo un territorio donde el agua manda más que el asfalto.
La ausencia de un puente no es un capricho técnico, sino el resultado de varios factores que se superponen como capas de un mismo paisaje. Te contamos sobre el puente más importante de la Amazonas y por qué no existe uno que cruce el río por completo.
El primer puente Amazonas: con más 3.500 metros de longitud abrió la selva al mundo
El único intento cercano al cruce total está en Manaos, donde el puente Río Negro, inaugurado en 2011, conecta la ciudad con Iranduba. Pero ese puente no cruza el Amazonas. Une dos márgenes de un afluente y sirve a una región con alta densidad poblacional. Es la excepción que confirma la regla. Según The Guardian se trata del primer puente amazónico abrió la selva tropical más grande del mundo al desarrollo.
El Amazonas es un recordatorio de que no todos los ríos deben ser domados y que hay geografías cuyo equilibrio depende, precisamente, de permanecer libres de cemento. En su cauce inmenso, el puente ausente habla más de respeto que de carencia.
¿Por qué no se puede construir uno que atraviese el río por completo?
- El primero es geográfico. La mayor parte del Amazonas discurre por zonas de selva densa, con ciudades dispersas y enormes extensiones casi deshabitadas. No hay autopistas que necesiten cruzarlo, ni grandes centros urbanos enfrentados a ambas orillas que justifiquen una obra de ingeniería multimillonaria. En otras palabras, no hay demanda que respalde el costo.
- El segundo factor es hidrológico. El Amazonas no es un río estable, es un gigante en movimiento. Su caudal varía de manera extrema entre la estación seca y la lluviosa, haciendo que el ancho del río se multiplique por tres o cuatro en algunos tramos. Además, arrastra troncos, sedimentos y vegetación que complican cualquier estructura fija. Construir un puente allí implica pelear contra un sistema fluvial que cambia de personalidad cada pocos meses.
- El tercer elemento es ecológico. La cuenca amazónica es una de las regiones más biodiversas del planeta, un mosaico vivo que depende de la conectividad natural entre riberas. Levantar un puente implicaría carreteras de acceso, cortes en el bosque y un impacto ambiental difícil de justificar. Brasil, que concentra el mayor tramo del río, ha preferido priorizar ferris y embarcaciones locales, soluciones más acordes con el ecosistema.






