Se encamina a quedar impune uno de los casos criminales más tremendos ocurridos en Mendoza: Piottante-Libedinsky. Se trata del doble asesinato del psicólogo Flavio Piottante y su paciente Analía Estrella Libedinsky, ocurrido el 12 de julio de 2006 en la calle Barcala de Ciudad.

Ahora, casi 15 años después, la causa judicial está a punto de caducar por lo que técnicamente se denomina prescripción de la acción penal. Es decir, porque se agotó todo el plazo durante el cual el o los asesinos, que nunca fueron detenidos, debieron haber estado condenados y en prisión. Justamente este martes, desde el Ministerio de Seguridad recordaron que hay una recompensa de $500.000 por quien aporte datos sobre el único sospechoso y prófugo Mauricio Suárez Echegaray.

La investigación estuvo a cargo de muchos jueces y fiscales titulares y subrogantes pero la encargada de conducirla hasta este final es la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, quien recibió el expediente hace años, repasó todas y cada una de las líneas de investigación y hasta promovió la extensión del plazo para seguir investigando. Pero el plazo está por caducar.

Un solo imputado tuvo siempre el denominado "caso Piottante". Se trata de Mauricio Javier Suárez Echegaray, quien desapareció de la faz de la tierra o se ocultó de manera tan eficaz durante todos estos años que si hoy mismo fuera detenido quedaría en libertad en cuestión de horas. Porque la causa caducó. A pesar de las recompensas.

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Reacción

Andrea Piottante, única hermana del psicólogo asesinado, publicó en su cuenta de Facebook un mensaje que da cuenta de su ánimo y sensaciones a poco de que la causa judicial prescribiera. Y de que los crímenes quedaran sin culpables.

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El lunes se reunió con la fiscal Ríos y recibió un detalle pormenorizado de lo actuado por la Justicia en tantos años de pesquisa. Y un informe de cómo queda la situación.

El caso Piottante

Los cadáveres de Piottante y Libedinsky fueron descubiertos por la madre del psicólogo en el dúplex donde él vivía y tenía consultorio. En calle Barcala pasando Chile de Ciudad. El hallazgo fue por instinto materno puro: ella vivía a cincuenta metros y él no le atendía el teléfono desde la mañana muy temprano. Entonces ella fue, entró y vio el horror.

El hombre había sido asesinado a tiros; ella fue ahorcada con una cuerda de tender la ropa. Todo sucedió la tarde anterior.

El asesino entró por la puerta principal que da a calle Barcala cuando Piottante abrió. Una golpiza sorpresiva antecedió a los disparos de arma de fuego. Todo eso en la planta baja.

Libedinsky bajó las escaleras presa del miedo pero sin imaginar que rápidamente sería tomada desde atrás y estrangulada.

Todas las sospechas apuntaron siempre a Mauricio Javier Suárez Echegaray porque Andrea Troncoso, quien había sido su pareja durante años y era la madre de su pequeño hijo, lo había dejado por Piottante.

¿Un doble crimen por venganza o despecho? Puede ser.

¿Pruebas concretas contra Suárez? No muchas. La única probablemente la haya aportado él mismo con su propia fuga y desaparición, aunque esta no haya sido inmediata sino varios días después del doble crimen, espacio temporal durante el cual el propio Suárez estuvo en los tribunales acompañando a Troncoso, quien había sido citada como testigo. ¿Se pasea el autor de un doble crimen por los tribunales como si nada?

El comentario a unos amigos de que se había mandado "una cagada" y que debía irse del país agravó las sospechas sobre Suárez, que en vano trató de contactar a un abogado penalista de linaje y de renombre. Promediaba la feria judicial de invierno y casi toda la Justicia y sus colaboradores estaban de licencia, de vacaciones o de viaje.

También lo complicó un informe de antenas de celulares que para la hora de los asesinatos lo situó (metros más, metros menos) en la zona geográfica de la escena del crimen.

Su fuga fue, sin dudas, la peor prueba en su contra; y también fue la excusa perfecta para que la Justicia se acodara a ver pasar el tiempo.

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