En los diccionarios el término batacazo comenzó su periplo designando "un fracaso grande e inesperado o una caída violenta"

El batacazo suele ser tramposo y veleta

Por UNO

Hay palabras que tienen la virtud de jodernos. Fíjese, si no, lo que pasa con la palabra batacazo, que se ha repetido por estos días en Mendoza.Volvió al candelero a raíz de lo que pasó en el gremio docente, donde -por un magro porcentaje- triunfó un candidato de la izquierda.El que dio el batacazo en el SUTE fue un profesor de literatura, Sebastián Henríquez, que celebró el logro el viernes pasado con un pulóver Lacoste azul muy fachero. Henríquez es uno de los que deberían tener en cuenta que batacazo es una palabra un poco tramposa o, si se quiere, veleta.Sobre todo ahora, que una de las listas perdedoras ha impugnado el resultado de algunas mesas. Mire si después el batacazo lo terminan dando los impugnadores.Te lo doy vueltaEn realidad, el término batacazo comenzó su periplo por los diccionarios designando "un fracaso grande e inesperado". O "un golpe violento por una caída".Ateniéndonos a esa significación original, en el SUTE el batacazo no lo dio la izquierda sino que lo sufrió el kirchnerismo.El golpe o el fracaso fue para los dos candidatos filocristinistas que decidieron ir separados. El gansazoSi usted es un lector de mediana edad, debe acordarse de que en las elecciones legislativas de 1997 el Partido Demócrata de Mendoza también dio un "batacazo". El afectado fue el Partido Justicialista, que estaba con Arturo Lafalla en el Palacio del Barrio Cívico cumpliendo la tercera administración consecutiva del Equipo de los Mendocinos.Casi todos creyeron que dos años después los demócratas iban a volver a tomar la Casa de Gobierno por el voto popular.Eso no les ocurría desde 1966, cuando lo lograron porque el peronismo estaba proscripto en todo el país.Pero aquel batacazo del '66 tampoco les sirvió de mucho porque cuando el electo gobernador Emilio Jofré estaba por asumir, el país cayó bajo la bota subversiva de Juan Carlos OnganíaEl votazoVolvamos a 1997. ¿Qué les pasó a los demócratas tras el batacazo legislativo de ese año? Pasó que los votantes mendocinos los tuvieron en cuenta para controlar al Ejecutivo desde la Legislatura y para hacer leyes, pero no para dirigir la provincia.Es decir, en esa ocasión el batacazo lo terminaron dando los votantes.Lo real es que en 1999 el golpe lo dieron en Mendoza los radicales que llevaron de gobernador a Roberto Mula Iglesias. El envión, claro, se los dio el batacazo que en el país protagonizó la Alianza UCR-Frepaso, uno de los experimentos políticos más desastrosos de los que se tenga memoria. Los gansos mendocinos no sólo no ganaron en 1999, sino que arrancaron una lenta pero firme debacle que aún no se detiene. El AldoOtro que supo dar un batacazo (por las grandes expectativas que generó) fue el finado Aldo Giordano, quien fue la revelación en las elecciones legislativas de 2001.Periodista, abogado y finalmente político, fue llevado al primer peldaño del estrellato por el gobernador Lafalla, quien lo nombró como fiscal de Estado.Fue la primera vez que la Fiscalía de Estado se hizo conocida en toda la provincia. Giordano le dio un fenomenal impulso a ese organismo extrapoder.Hasta entonces muchos mendocinos no sabían que existía un ámbito para defender los derechos de Mendoza.Eran épocas en que se especulaba con que el futuro de Giordano no podía ser otro que la Casa de Gobierno. El personajeEra frontal y directo, e instruido. Y con la habilidad de haberse fogueado en el periodismo crítico. "Soy un tipo jodido", solía decir Giordano para definirse. Vaya si lo era. Creó un partido político -FISCAL- y terminó dinamitándolo con su personalismo, algo que la política había exacerbado en él. Terminó afiliándose al Partido Demócrata, del que fue senador provincial.Muchas veces creyó que ese era el ámbito que él podía refundar, con nuevas ideas y brillo.En algunas cosas -el carácter áspero, la desconfianza, sus deseos de ordenar- fue como una precuela de Alfredo Cornejo.Todo al vesreCómo no recordar el supuesto batacazo que en 1987 nos iba a dar el radical Raúl Gordo Baglini quien, según todas las encuestas, iba a suceder en la gobernación a don Felipe Llaver. Esos comicios serían un trámite. Pero la elección la ganó el peronista renovador José Octavio Pilo Bordón.Cómo olvidarse de aquella interna nacional de la renovación peronista de 1988 en la que todos daban por ganador a Antonio Cafiero, pero que sin embargo se la llevó el esperpéntico Carlos Saúl Menem.¡Guarda entonces con los batacazos! Suelen ser, como ciertos amores juveniles, flores de un día.